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Explicación de un enigma

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La campaña electoral sigue a todo vapor hacia noviembre, los tumbos del gobierno no decaen en ningún momento, temas de actualidad hay de sobra; como no falta quién se ocupe de ellos quiero referirme a un asunto casi permanente, enigma que inquieta a la oposición y es motivo de prolongadas discusiones: el Partido Comunista, que electoralmente es casi insignificante pero tiene un peso político enorme ¿Cómo se explica esto? Voy a arriesgar una respuesta.

La campaña electoral sigue a todo vapor hacia noviembre, los tumbos del gobierno no decaen en ningún momento, temas de actualidad hay de sobra; como no falta quién se ocupe de ellos quiero referirme a un asunto casi permanente, enigma que inquieta a la oposición y es motivo de prolongadas discusiones: el Partido Comunista, que electoralmente es casi insignificante pero tiene un peso político enorme ¿Cómo se explica esto? Voy a arriesgar una respuesta.

La fuerza del comunismo no reposa sobre su teoría económica. El pensamiento económico de Marx es completamente del siglo XIX. Eso quiere decir que es irremisiblemente anticuado e inútil para interpretar la economía del siglo XXI y para proponer rumbos para ella. La fuerza que mantiene el comunismo no proviene de Marx sino de Lenin: no está vinculada a una teoría económica sino a una teoría y una práctica política. El punto central para Marx era la clase, para Lenin es el partido. Lenin convirtió al marxismo en una teoría política.

Según algunos autores (B.D. Wolfe y otros) Marx no consideraba a la política como una actividad específica ni concebía un orden político que trascendiera las clases sociales. Lenin elevó a una institución política —el partido— por encima de las clases sociales, cualquier clase. Más aún, él creía que el proletariado por sí mismo no podía adquirir conciencia de clase: esa conciencia le tendría que venir de afuera, de los intelectuales. No sería propiamente conciencia de clase sino conciencia revolucionaria; eso quiere decir que para él los objetivos políticos estaban antes que cualquier objetivo económico.

Según Lenin en su famoso panfleto “Qué hacer” hay que crear una organización de revolucionarios (un partido) para dirigir la lucha del proletariado y que pilotee la preocupación por conquistas materiales encaminándola hacia la conciencia política. Esa organización —el partido— reclutará su gente en todos los estratos sociales y su profesión común será la de ser revolucionario; por consiguiente no habrá más diferencia ni distinción entre obreros e intelectuales. El background o el origen del miembro del partido no será la adscripción a una clase (como pensaba Marx) sino la adquisición de una conciencia revolucionaria, es decir, una urgencia por cambiar las cosas (la sociedad, la política, la cultura,). Lo que distingue al miembro del partido comunista es que su lealtad no refiere a una clase sino solamente al partido.

Según Samuel Huntington los hechos han demostrado que el marxismo como teoría económica y de desarrollo social no funciona. Pero la historia ha probado que el leninismo, como teoría de la acción política, sí funciona y es operativo. (S. Huntington, “Political Order in Changing Societies”).
El marxismo, en cuanto teoría económica o como explicación de la historia y del funcionamiento de la sociedad, ya ni siquiera es mencionado en el seno del Frente Amplio. Pero el leninismo funciona y es, precisamente, lo que ha hecho que el Partido Comunista, aún con pocos votos, mande en el Frente Amplio. No tiene votos pero comanda las alianzas internas, dirige las organizaciones sociales, baja línea y termina siendo factor decisivo en la selección de las candidaturas.

Con todo esto no estoy destapando conjuras secretas o teorías conspirativas sino aportando elementos racionales e históricos para la explicación a una pregunta que se reitera con frecuencia en nuestro medio.

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Juan Martín Posadas

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