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JUAN MARTÍN POSADAS
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En este siglo XXI uno suponía que no habría lugar para una peste tan generalizada y para la cual todo el adelanto científico alcanzado no ofreciera medios de rápida curación. Pero, no; trate Ud. de no agarrarse el Covid-19 y si se contagió espere a su suerte: o se le va o se muere.

El mundo está grogui. Gobiernos de países serios le dieron poca importancia al comienzo. Ud. dirá que Trump o Bolsonaro no son serios; tampoco le dio importancia Boris Johnson. ¿Cómo es posible que en este siglo XXI el mundo esté amenazado por las consecuencias de los hábitos gastronómicos de unos remotos chinos provincianos cuyo menú incluye murciélagos, ratas y otras inmundicias? ¿Desde China se infectó al mundo pero ahora que estamos todos infectados? ¿China ya no presenta casos? Los gobiernos, los serios y responsables tanto como los de pacotilla, están sometidos a grandes presiones y, a su vez, someten a sus pueblos a medidas de severísimas consecuencias económicas, sociales y psicológicas.

Además ocurren cosas extrañas. Hay países que han comprado una cantidad de vacunas para el doble o triple del número de sus habitantes. Se ha informado que Israel ha vacunado ya a más del 50% de su población y que lo ha podido hacer tan temprano porque pagó un sobreprecio por las vacunas. Emiratos Árabes, un estado que flota sobre un mar de petróleo (y de petrodólares) ya ha vacunado al 40% de su población. Las autoridades de la Unión Europea han amenazado con sanciones a las compañías farmacéuticas para que no vendan vacunas para afuera

Argentina -que está en la situación que sabemos- ha prometido vacunas a Bolivia y a Ecuador. También ofreció sus buenos oficios a nuestro país y varias figuras de la oposición expresaron que ese era el camino a tomar y se enojaron (una vez más) por no ser atendidos. China y Rusia están exportando y vendiendo vacunas por encima de sus propias necesidades. China lleva vacunado el 2% de su población y Rusia el 1%. En términos de efectividad de protección es nada. Solo muestra el grado de sometimiento de esos pueblos a sus gobiernos. El costo de la logística de vacunación es mayor que el costo de la propia vacuna; en países geográficamente extensos es un esfuerzo colosal. India, que actualmente superó a China en población, lleva vacunado solo el 0.25% de su población. Como inmunización es nada; pero India está exportando vacunas. África (salvo Sudáfrica) no ha empezado a vacunar. Tampoco vacuna contra la polio. Pero la polio no contagia como el Covid. ¿Qué efectividad pueden tener las medidas de protección de los países europeos (o el nuestro) si las dos terceras partes de la humanidad sigue contagiándose y contagiando? Los tiempos que se viven son confusos y complejos.

Nuestro país va capeando el temporal relativamente bien, con un gobierno que no ha perdido la serenidad (ni la paciencia) apoyado en el mejor asesoramiento científico disponible y con sentido solidario (Greg Mortimer y está todo dicho para siempre). En tanto la gente se reparte; están los llamémosles amigos de Olesker, que protestan, acusan de hermetismo, llaman a sala, amagan interpelar para preguntar esto o lo otro. Y están los como los seguidores de Iemanjá, que suprimieron espontáneamente su ceremonia del 2 de febrero para no complicar las cosas y dispusieron que las ofrendas de ese día fueran a las ollas populares.

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