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Discurso polarizado

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JUAN MARTÍN POSADAS
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Todos los espacios de comunicación están siendo ocupados por la epidemia del Covid. Es natural: el asunto es grave. Pero la población en general está harta de oír hablar del tema; lo está por dos motivos.

Primero, porque se le ha dado espacio para que hable sobre el tema y opine tanto al que efectivamente algo sabe sobre este virus para todos desconocido, como a los que no saben nada. Y, segundo, porque el tema se ha politizado y rebajado a una utilización groseramente partidaria.

Atento a todo eso no voy a escribir sobre el coronavirus. Voy, sí, a hacer pie en lo que podría llamarse la entrega de hoy de la telenovela “covidense” para poner de relieve algo que tiene que ver con otra salud: la salud cívica de nuestro país. Más bien la enfermedad cívica, la poca salud.

En la prensa del martes pasado se da cuenta de un informe que elaboró para el Secretariado del Frente Amplio el principal asesor con que cuentan en esta materia: el Dr. Fernández Galeano. En este informe ese asesor reconoce que actualmente “hay un escena-rio auspicioso” en el combate contra la epidemia pero, agrega, que “aún a riesgo de que-dar en ese discurso polariza-do que se ha instalado no hay que abrir”… etc. y busca la distancia.

Fernández Galeano dice más de lo que probablemente quisiera decir; se trata de esas actuaciones en que la persona es traicionada por su subconsciente. Veamos. Reconoce que se ha instalado en el país un discurso polarizado. ¿Entre quienes? Es un discurso entre uno que propone y el otro que se opone, dice siempre que no o contraoferta con proposiciones de cumplimiento imposible, destinadas no a lograr un resultado sanitario, una mejora o un cambio sino a subra-yar un perfil o marcar una posición.

Fernández Galeano dice: “aún a riesgo de quedar en el discurso polarizado”, es decir, reconociendo que hay una tendencia malsana a ese discurso, él corre el riesgo y sigue adelante. Esa es la actitud vacilante que se da en los sectores llamados moderados del Frente Amplio: reconocen pero se pliegan. El discurso polarizante desplaza cualquier posición intermedia o búsqueda de negociación.

Si esto se da frente a un asunto como la epidemia, es decir, en algo que parece el terreno más lógico donde se deben dejar de lado las rigideces y todo el mundo debería disponerse a abordar la tarea común, ¿qué se puede esperar para el futuro pospandemia y para el tratamiento de asuntos más discutibles?

La política es, entre otras cosas, el terreno delimitado y pautado en el cual se negocian las diferencias. Para eso está. Pero hay gente que entiende que es el terreno donde se crean y se marcan las diferencias.

No es sano cultivar piadosas ilusiones: desplazarse fuera de lo que Fernández Galeano ha llamado discurso polarizado va a ser muy difícil, o directamente imposible, para algunos sectores del Frente Amplio porque han encontrado (o fundado) allí su identidad política. Pero el Frente Amplio no es algo monolítico: para otros de sus componentes hay más libertad de movimiento.

En el caso del gobierno no debe este dejarse arrastrar hacia el discurso polarizado. Y el Partido Nacional, primer componente del gobierno de coalición, tendrá que ingeniarse para desplazar el espacio político nacional hacia territorios de discusión abierta y de negociación posible.

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