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El despacho está vacío

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Quién dirige? ¿Quién tiene influencia o peso suficiente para marcar y mantener las directivas? Estas preguntas son difíciles de contestar en el Uruguay de hoy. Parece mentira, pero es así.

Quién dirige? ¿Quién tiene influencia o peso suficiente para marcar y mantener las directivas? Estas preguntas son difíciles de contestar en el Uruguay de hoy. Parece mentira, pero es así.

Habiendo un partido político que cuenta, él sólo, con casi la mitad de los votos del país y habiendo un gobierno que tiene mayorías absolutas en el Parlamento no podría caber ninguna duda: manda el Frente Amplio en el gobierno. Teóricamente sí, pero si uno mira un poco alrededor se vuelve a repetir la pregunta: ¿Quién dirige?

¿Vázquez? En tiempos de Mujica había un hervidero caótico en el Edificio Libertad (reflejo de la cabeza de Mujica) pero desde la Presidencia se originaban cosas (aunque después no se terminara ninguna). Ahora ese es un lugar solitario y silencioso. Los únicos movimientos que se notan provienen de asesores de imagen desesperados: sesiones del Consejo de Ministros en pueblitos del interior y concurrencia a los partidos de fútbol son piezas publicitarias, no actos de gobierno. Vázquez no tiene línea directa con el Parlamento que su partido controla ni tiene un hombre-nexo que le habilite línea directa con ese su partido (el teléfono siempre marca libre).

Quizás la dirección provenga de ese partido, el Frente Amplio, cuyo programa todos dicen tener como guía. Pero políticamente hablando el Frente Amplio es una grifa. Ahora está en proceso de elegir un Presidente. Quien resulte electo no va a tener la menor influencia en decidir para dónde tiene que ir el Frente (menos aún, el país). Así como el actual Directorio del Partido Nacional dirige poco a consecuencia de su integración artificial (cuota de género y ausencia de los dos dirigentes principales) menos, aunque por otros motivos, va a dirigir el Presidente del Frente Amplio.

¿Dirige Astori? El contador está políticamente en los huesos, sin Valenti, sin Bergara, sin votos, con un respaldo parlamentario literalmente Pintado y con su prestigio profesional mellado porque Mujica lo cargó con el fardo del pufo de Ancap (para aliviar a su ahijado Sendic).

¿El MPP? Es el sector parlamentario mayor, tiene la cabeza más visible (la pareja Mujica-Topolanski) pero le sigue una caterva que ganó la banca en la ola de votos y no tiene capacidad de marcar rumbos: sólo trancar (“la capacidad de hacer está desperdigada mientras que la capacidad obstructiva está concentrada”: Ing. Grunberg). ¿Mujica sólo? Es senador pero no está cómodo en el sillón, no va a las Comisiones (que es donde el Parlamento genera) y se aburre en el plenario (cuando asiste y no está de viaje).

¿Dirigirá el país el PIT-CNT? ¿Abdala, Pereira, Cajiga, Joselo Lopez y compañía? El poder ahí adentro está desparramado -MPP, comunistas, socialistas, ultras innominados- es esencialmente corporativo, monotemático (repite el viejo casete de la URSS) y apunta sus energías hacia la vigilancia de las respectivas chacritas. Su interlocutor son los trabajadores (los agremiados, o sea, sólo el 20% del Uruguay). Visión de país, nada.

La política nacional, la aspiración-posibilidad de marcar un rumbo y dirigir al país a través de decisiones articuladas, se escurre por los agujeros. Esa es la realidad. En otros países, con otra cultura y otras costumbres, los ciudadanos se pueden arreglar solos, bien o mal. Acá estamos más pendientes de una dirección (¿protección?). Habrá que ir asumiendo que, por ahora, en el despacho del Director no hay nadie.

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Juan Martín Posadas

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