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Desconcierto desinformado

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La decisión de Vázquez de suspender la obra del Antel Arena -regalo imperial de Carolina Cosse a sí misma- junto con la aparición en la superficie de los agujeros negros con que la gestión del joven Sendic perforó el patrimonio de Ancap han desembocado en una angustiada cita con la realidad de parte de algunas figuras del Frente Amplio.

La decisión de Vázquez de suspender la obra del Antel Arena -regalo imperial de Carolina Cosse a sí misma- junto con la aparición en la superficie de los agujeros negros con que la gestión del joven Sendic perforó el patrimonio de Ancap han desembocado en una angustiada cita con la realidad de parte de algunas figuras del Frente Amplio.

Me refiero a los integrantes del grupo que antes se llamaba de los ocho y ahora es de los tres: los de Mujica (MPP), los de Sendic (711) y los comunistas. Representan a aquellos frentistas que aún no han advertido que la realidad es la realidad.

El choque con la realidad los ha puesto a pensar. Recojo literalmente algunas de las reflexiones que produjo ese trabajo de pensar y paso a comentarlas. Encabeza el pelotón Lucía Topolansky. Declaró: “Tenemos que hacer lo que hicimos en el 2008; salir de la crisis de la mano de la inversión pública”. Comento: de la crisis se empezó a salir mucho antes de esa fecha, fue al fi- nal de la presidencia de Jorge Batlle y fue de la mano del odiado Bush que nos facilitó unos mil millones de dólares.

El diputado A. Sánchez dice que no hay que cercenar la inversión del estado “con lo cual lo que terminaríamos generando es un problema, porque estamos siendo cíclicos en lugar de ser contracíclicos”. No percibe el diputado la realidad que indica a quien la quiera ver que lo más procíclico que ha habido a la redonda en los últimos tiempos fue el gobierno de su líder Mujica, quien, en vez de guardar en los tiempos de abundancia, se patinó todo y, gracias a eso, ahora no hay con qué ser contracíclico. Para serlo hay que empezar guardando en el tiempo de la abundancia.

En la misma línea el senador M. Otheguy (711) dijo que en el marco de la discusión presupuestal él bregará por “la defensa del rol de las empresas públicas como palancas del desarrollo”. No advierte el senador que, más allá de la posible (y necesaria) discusión teórica sobre el rol de las empresas públicas, en este momento particular y dada la forma en que fueron gestionadas durante el gobierno anterior, están todas en rojo, las dejaron ellos mismos en los huesos, ahora no pueden ser palancas de nada.

O. Andrade dice: “En un marco de desaceleración no parece sensato reducir la inversión estatal”. Tiene razón, pero no se da cuenta (o no dice) que la inversión en el gobierno pasado fue una tilinguería. Ancap compró un avión para su Directorio, mandó fabricar un remolcador que no puede navegar, construyó una planta de cal en Treinta y Tres cuya producción es de tan mala calidad que los brasileños de Candiota -destino único de su producción- la devuelven por inutilizable. Antel se metió a hacer su centro de espectáculos (Antel Arena) y a tender fibra óptica por todos lados sin previo estudio de demanda.

El Uruguay de estos años se acostumbró a la fácil (tanto los gobernantes como la gente). Para los tiempos que vienen, que serán claramente otros tiempos, necesitamos dirigentes políticos y partidos con una postura y un discurso viril para encaminar al país a que enfrente con gallardía la adversidad y la estrechez que nos acechan (desde afuera y desde el cogollo de tanta macana exaltada pomposamente). No precisamos una dirigencia política o gubernamental cuyo discurso, en el fondo, solo sea el intento de justificar una gestión pasada que no tiene justificación.

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Juan Martín Posadas

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