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JUAN MARTÍN POSADAS
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El pasado viernes 13, el Dr. Guzmán escribió en este diario una página a mi juicio memorable.

El pasado viernes 13, el Dr. Guzmán escribió en este diario una página a mi juicio memorable. La tituló: “A Propósito de Núñez” pero va más allá de los problemas que atribulan al diputado y complican a los partidos en los que milita: va hacia la alarma por el esquematismo de los colectivos que se han alborotado con el caso.

Comienza el Dr. Guzmán recogiendo esas voces que proclamaron: “los feminismos como movimiento social y político siempre se han vinculado profundamente con ideales de izquierda, donde coincidimos en luchas históricas como es la lucha por una sociedad sin explotados ni explotadores, la lucha contra el capitalismo y la lucha de clases entre otras”. Guzmán no deja pasar esta autogratulación ignorante y responde: “La batalla por la igualación terrenal de la mujer no se consagró en Uruguay por el voto de la izquierda sino por la visión republicana y justiciera de los partidos tradicionales”.

El griterío que se ha levantado en las izquierdas a propósito del caso Núñez, atropellándose unos a otros para demostrarle al mundo y a sí mismos como más indignados que nadie y por ende más rectos y justos que nadie, ha sido lamentable.

Y termina Guzmán con sabiduría y magnanimidad. “Quienes apuntamos a la convivencia fraterna y no al desguace de unos por otros tenemos que ver con alarma que se introduzca una bipolaridad fascista en el país que aprendió a aplaudir y condenar pero también aprendió que el Derecho contiene una fraterna comprensión hacia las debilidades humanas e impone castigos proporcionados, sin muerte civil ni siquiera para el peor de los delincuentes. En el Uruguay, ante un episodio como este la conciencia personal y pública no debe depender de forcejeos íntimos de un partido ni puede sustituirse por la grita fanática que aquí evidenciamos”. (Fin de la cita, subrayados míos).

Ese es el viejo Uruguay, el Uruguay esencial como lo denominaba D. Juan Pivel Devoto. Y en esos días en que tuvieron lugar en Punta del Este conferencias internacionales y homenajes referidos a la libertad de prensa, hubiera cabido -y faltó- por lo menos una mención al Dr. Guzmán.

En los tiempos de la infame borrasca que atravesó nuestro país fue memorable un episodio. En las páginas de avisos económicos del diario El Día (pág. 53, ejemplar del domingo 23 de setiembre de 1977) apareció, escondido pero visible, un insulto a los militares. Debajo del anuncio de venta de “pasacassette Toshiba, c. radio 150, no es de coche” decía “milicos putos”. Afirmación injusta por ser una generalización pero revelación de una época de furia sofocada. Era también revelador de una época en que se distinguían los que se doblaban y los que no, los que como podíamos decíamos no y los que no decían nada.

Por ese episodio se le prohibió al Dr. Guzmán continuar al frente del diario, incluso se buscó desterrarlo por extranjero. El diario El Día que dirigía Guzmán no se hizo famoso por tan minúsculo episodio puntual -del cual Guzmán no fue responsable- sino por su prédica cotidiana, bajo la foto de D. José Batlle y Ordóñez, de permanentes alusiones a la libertad de prensa, defensa de todas las libertades y vigencia del derecho. Y eso todos los días mientras al frente del diario estuvo el Dr. Guzmán.

Todo esto de arriba, tan apretado por el espacio, refiere a una sola cosa: la confusión en que se incurre cuando la procura de libertad se encara mediante la sustitución de fanatismos. No sé si me explico.

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