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La confianza

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JUAN MARTÍN POSADAS
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Nuestro país está entrando en un período de mayor tranquilidad en lo relativo a la amenaza del Covid-19. Hay una disminución radical en el número de gente que contrae la enfermedad.

La campaña de vacunación ha funcionado como un reloj y toda la población -exceptuando a los ideológicamente impedidos- lo percibe.

El manejo de las medidas pertinentes ha estado en manos del gobierno. Este tomó, con respaldo y asesoramiento científico, decisiones que han colocado al país en la vanguardia mundial. Los buenos resultados -en este asunto y en cualquier otro- generan confianza hacia quienes conducen el proceso. A esta altura es evidente que los uruguayos, no obstante el pertinaz vocerío en contra, tienen claro que los buenos resultados en el combate al Covid provienen de que las cosas se hicieron bien.

También ha quedado suficientemente claro que la oposición nunca tuvo una disposición abierta y de colaboración franca ante una amenaza global y externa que se abatía sobre el Uruguay. En el resultado favorable de la lucha contra la pandemia, del que hoy estamos todos satisfechos, no hay realmente nada que se pueda atribuir (y agradecer) al Frente Amplio. Más bien ha quedado claro que todo lo que el Frente hizo o promovió fue persiguiendo un fin de provecho político propio de marcar diferencias con los partidos de la coalición de gobierno: para la salud de la gente, nada.

Como se sabe las adhesiones políticas nacen de motivaciones distintas y muy variadas. Pero también es sabido que cuando las papas queman las opciones políticas se reducen. Dicho en otras palabras: cuando se trata de hacer discursos todos los dirigentes frentistas encuentran mil motivos para elogiar a la escuela pública pero cuando tienen hijos en edad escolar los mandan a la enseñanza privada.

El concepto de confianza (quiénes o qué cosas me inspiran confianza) es decisivo en las opciones políticas de la gente. En estos quince o dieciséis primeros meses de mandato el gobierno ha avanzado un buen trecho en el camino de la confianza de los uruguayos. El Frente Amplio, por su parte, erró en su sintonía con la gente y ha sufrido una pérdida de confianza. Según los politólogos modernos la clave de la política contemporánea es la empatía. Poca empatía se cosecha interpelando a un Ministro de Salud Pública a quien la mayoría está dispuesta a aplaudir con sincera gratitud.

Ahora se abre una etapa o un paso nuevo para el país. Hoy es como hubiera sido el primero de marzo si no hubiese aparecido en virus. La confianza que el Presidente y el gobierno se supieron ganar con sus decisiones en el tiempo de pandemia debe ser recompuesta para el tiempo post, para lo que sigue (o recién empieza). Así como fue necesario explicar las decisiones difíciles en el tiempo de pandemia para que la gente no se dejase impresionar por el griterío y confiase en el gobierno, así habrá que explicar ahora -de nuevo- los fundamentos de la propuesta renovadora, aquella que se habría puesto en marcha el primer día si no hubiese habido pandemia: está condensada en la LUC.

Es necesario trabajar sobre la confianza, la que el gobierno se ganó ayer y pone ahora nuevamente a consideración del país. El asunto no está en afinar la argumentación para dejar sin palabra a los frentistas. No es a ellos que hay que dirigirse: es a la gente, hablarle a la gente y ganar allí otra vez la confianza. La clave de la política moderna, como se ha dicho, está en la empatía. Mucho más en este caso en que prácticamente nadie ha leído el texto de la LUC.

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