Publicidad

Carlos Julio

Compartir esta noticia

RUBEN LOZA AGUERREBERE

Diría el Premio Nobel literario Joseph Brodsky, que resulta lamentable, cuando nos ha sido dada una vida a cada uno, asumir la de otro. Pues bien, si alguien ha sido siempre fiel a sí mismo, ese hombre es Carlos Julio Pereyra, cuyo reciente libro "Soy testigo" (Ediciones de la Plaza) es un ejemplo de su andadura en la espuma de los días. Ha sido testigo de momentos de importancia en su vida, no pocos, algu-nos tristemente trascenden- tes, como los relacionados con la ausencia de libertad que padecimos, y aquí nos los cuenta desde su perspectiva, naturalmente, desde su experiencia, como de-be ser, ya que no tiene por qué apelar a otros para decir cuanto hizo para que ese bien máximo pudiera ser reconquistado por el Uruguay.

Nacido en Rocha, en 1922, maestro, desde muy joven fue atraído por la política, militando en el Partido Nacional. Aquí lo cuenta con detalle. Fue diputado y por seis períodos senador de la República. En 1970, concretó la fórmula presidencial con Wilson Ferreira Aldunate. Su trayectoria es bien conocida por todos.

En este libro escribe que entre 1960 y 1980: "hubo dos explosiones de terrorismo homicida: el del movimiento tupamaro, por un lado y el terrorismo de Estado por otro". Concluye que a la acción de ambos se debió: "el tremendo clima de intolerancia y temor que envolvió entonces a la sociedad". Y es el que analiza parsimoniosamente, como testigo calificado, o bien, implicado.

"Asombra comprobar -mu-chas veces- cuánto se ignora de aquel tiempo y aquellos hechos", dice. Tanto así es, estima el destacado político, que los jóvenes llegan a dudar de los extremos de aquella noche sin libertades. Como estuvo en activa militancia en medio de tales acontecimientos, y el olvido no debe caer en nadie, para que no se repita, ha dado forma a este valioso libro que nos ofrece ahora que ha abandonado la escena políti- ca más notoria, haciendo un balance de su dilatado quehacer político.

No es, éste, un libro de memorias. No. Es el relato de un testigo de una época. "Advine a la vida en el primer cuarto de la existencia del siglo XX y ando pisando los primeros años del XXI", escribe. Por ello, ha sido testigo invalorable (como ciudadano, como legislador y dirigente del Partido Nacional) en defensa de la democracia. Testigo, al fin, "del florecimiento y muerte de esperanzas sobre el destino de la libertad en nuestra patria y de períodos florecientes de su vida democrática". De la misma manera que ha sido testigo de entregas generosas y sin medida en defensa de la libertad, como de cobardías de quienes se prestaron a servir al régimen.

Su lenguaje encarna lo que toca, cuanto dice. Por ello, lo que escribe en este libro y en los sucesos que pinta, para usar sus palabras, "no cabe la neutralidad porque sería fácil confundirla con cobardía". Y agrega, enfático: "La neutralidad no es admisible cuando de lo que se trata es de la valoración y el destino de la libertad".

El libro de Carlos Julio Pereyra, fundamentado en numerosos documentos, es un testimonio irrefutable de lo acontecido en nuestro país en esa época, a través de la compilación de una serie de relatos de doce años de dictadura militar cuyas heridas no terminan por cicatrizar. Es, al fin, una obra reveladora, de esas que hace bien leer, y que debemos a quien ha sido, a la vez, testigo rebelde de la noche y vigía del amanecer.

"Quien vivió la noche y el amanecer, narra los años de la dictadura según su propia experiencia".

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad