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El cambio necesario

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JUAN MARTÍN  POSADAS
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La semana que pasó dejó en la orilla un par de cosas dignas de atención.

Una de ellas es una especie de manual de comportamiento para frenteamplistas referido al “tono de la campaña hacia el ballottage”. Leo en La Diaria extractos del mismo: “la postura de enojo o de deslizar que quien no votó al Frente es un neoliberal o un conservador refuerza un estigma que no tiene asidero con la realidad”. Se subraya más adelante que en este lapso es fundamental “respetar al que piensa diferente” (sic !!!). Todo esto es 1) evidente, 2) contradictorio con un comportamiento generalizado en el Frente y 3) de necesaria recuperación.

Hay quienes han tomado con sorna este documento, poniendo en duda su autenticidad. No la autenticidad del documento como tal sino la autenticidad del reconocimiento, justo ahora, del valor que tiene un comportamiento plural y respetuoso. No obstante esta duda es deseable apostar a que la concepción de la política en términos de tolerancia y respeto esté siempre presente, tanto en tiempos de victoria como en tiempos de derrota.

Cito nuevamente: “respeto, aceptación de las razones del otro, humildad, autocrítica”. “Ni la soberbia ni la ridiculización o la satanización de quienes votaron otros partidos es la forma”. El texto parece dirigido expresamente a María Julia Muñoz, Javier Miranda, Murro, Topolanski (y siguen firmas).

Una estrategia política que simplifica problemas, esquematiza las propuestas, le da un grado de inaceptabilidad radical al adversario político y juega con la división como elemento que pueda dar ventajas, es veneno para la actividad democrática republicana. El uso de los miedos de la sociedad co-mo herramientas para reforzar el poder propio y debilitar al adversario es destructor de la convivencia social. Sembrar la desesperanza de poder encontrar acuerdos básicos con el otro y considerar al otro como la otredad radical es una incitación a la violencia. El Frente se dejó llevar por sus antiguas votaciones y se creyó y operó co-mo único ocupante legítimo del escenario político; faltó el respeto a los uruguayos.

La tarea que viene, la que empieza el lunes 25, más allá de lo económico, la educación, la seguridad y varios ítems más de imprescindible atención, es la reconstrucción de una nación: legitimar los comportamientos que favorecen la consolidación de la sociedad nacional y deslegitimar aquellos comportamientos que la han debilitado estos años. Las conductas arriba mencionadas - las que alude el manual citado- no solo han sido causal de la fenomenal sangría electoral del Frente Amplio (200.000 votos) sino del deterioro de los niveles de convivencia en este país. Que el Frente Amplio pierda las elecciones no va a ser ninguna tragedia para el Uruguay. Será catastrófico, sí, y comienzo de un proceso de extinción para el tipo de dirigente como los nombrados más arriba, (los que serán fumigados por los propios frentistas en una dinámica de necesaria renovación). Un Frente Amplio con mejores dirigentes es necesidad para el propio Frente y será bueno para el país: un Frente Amplio que cumpla espontáneamente lo que le recomienda el manual citado. El Uruguay se debe recomponer en términos de pluralismo.

Los exclusivismos y los divismos nos han hecho mucho mal: la esperanza está puesta en quienes convocan-acuden a la coalición, se han preparado para ello, están dispuestos a pagar lo necesario para que sea posible y anticipan su victoria en que esta sea de todos.

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