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La banalidad

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JUAN MARTÍN POSADAS
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La movilización pro o contra el referéndum sobre la LUC ya está largada con el acelerador a fondo. A nivel de editorialistas y politólogos han sido unánimes las críticas por su pobrísimo nivel.

Los spots publicitarios que aparecen en los medios son creaciones de las agencias de publicidad y no de los dirigentes políticos, se sabe, pero los dirigentes los aceptan o no, los pagan y, en definitiva, permiten (o fomentan) la identificación de los partidarios con esas creaciones, en este caso tan burdas e infantiles. Circula estos días una publicidad contra la LUC en forma de parodia culinaria, asimilando artículos de esa ley con ingredientes de platos de comida.

No falta quien opine que se trata de un ardid ingenioso: la dirigencia frentista, que lo pagó y lo difunde, lo debe estimar así. Pero ese spot es un caso deplorable de abaratamiento de la discusión política y pone de manifiesto el infantilismo que sus creadores suponen sea la dominante en su público objetivo. Ese spot habla más sobre la mentalidad de quienes lo utilizan que de la LUC.

Hay quienes, con sospechoso desenfado, minimizan el efecto estupidizante de tal manejo de los asuntos políticos y señalan que el slogan oficial de la campaña frenteamplista contra la LUC es otra cosa. El slogan oficial es: la LUC no es Uruguay. Esto combina un propósito de no aclarar nada ni precisar nada del contenido de la ley y desacreditarla in totum. Es una forma de abolición del razonamiento y de privilegiar un comportamiento de rebaño.

En tren de disociarse de la estupidez algunos amigos me han señalado que, por más oficial que sea ese slogan, Fernando Pereira, futuro Presidente del Frente, seguramente lo desapruebe en su fuero íntimo. Personalmente creo probable que así sea, pero mientras Pereira circule como candidato a presidir el Frente Amplio le va a decir a todo y a todos que sí.

Cuando él sea electo tendrá que empezar a mandar y todos sabemos que mandar generalmente es decir que no. Una vez en el cargo, a Fernando Pereira -que es una buena persona, moderada y componedora- le acontecerá lo mismo que a Javier Miranda (que antes de ser Presidente del Frente Amplio era una persona educada, moderada y componedora).

Lo que es injusto es la generalización. No todos los partidos ni todos los dirigentes aceptan el manejo de simplificaciones sesgadas. Cuando el senador Botana salió a blandir miedo irracional como argumento para sostener la ley sus compañeros del Partido Nacional marcaron distancia sin vacilar.

Los partidos políticos no son maquinarias para juntar votos ni para arrear a sus miembros a cualquier lado sin explicar motivos ni fundamentarse en razones.

Los partidos son escuela y taller político: allí los partidarios aprenden y ejercitan destrezas políticas, cultivan tradiciones cívicas, hábitos de discrepancia civilizada y comparten sueños de futuro para su país.

Los partidos se deben respeto a sí mismos. La banalización de la campaña hacia el referéndum, más allá del resultado que eventualmente arroje, así como va rebajará el nivel general de la política y el aprecio por los partidos; va a producir descrédito y va a fomentar en algunos la inclinación hacia otro tipo de instituciones y estructuras para construir desde allí la vida cívica del país.

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