Publicidad

Uruguay y la automatización

Compartir esta noticia
SEGUIR
Jorge Grünberg
Introduzca el texto aquí

En la sociedad del conocimiento el desarrollo de los países no depende de su tamaño o de su fuerza. Los países más exitosos son los más ágiles, "inteligentes" y adaptables.

La adaptabilidad requiere diferenciar los desafíos futuros de los actuales y pasados. Esto requiere esfuerzo y liderazgo ya que la inercia nos lleva a esperar que las amenazas y oportunidades del futuro sean similares a las que conocemos. Nuestra sociedad muestra dificultades en percibir los desafíos productivos del futuro.

Una gran parte del debate público se concentra en los acuerdos comerciales internacionales. El país está polarizado entre los que opinan que son beneficiosos para exportar y otros que los consideran riesgosos para las fuentes de trabajo. Este debate es legítimo. Los acuerdos comerciales son importantes para la competitividad de nuestras exportaciones y trasmiten una visión global importante para retener a los jóvenes uruguayos más ambiciosos (la hostilidad a los acuerdos refleja la imagen contraria). Pero más allá de su importancia, los acuerdos comerciales no serán en el futuro los factores críticos en la creación de riqueza y empleo.

Otra parte importante de nuestra energía social se vuelca regularmente en la discusión en torno a los Consejos de Salarios. Parte de nuestra sociedad los considera poco compatibles con el cambio tecnológico, riesgosos para el empleo e inefectivos para los desempleados. Otra parte los considera importantes para obtener protecciones y beneficios para los empleos existentes. Esta es una discusión legítima pero responde a una concepción de sociedad industrial del siglo pasado; una sociedad en la cual capital y trabajo se concebían en una interacción de suma cero donde el conocimiento no era un diferencial estratégico.

Estas discusiones, relevantes pero de declinante importancia estratégica, consumen nuestro capital de creatividad y nuestra capacidad de armonización política. Nuestro principal desafío para el futuro es la automatización que caracteriza a la "4ta Revolución Industrial" que representa un desafío inédito al mundo del trabajo. Por primera vez las máquinas podrán reemplazar a las personas en tareas que requieren ver, manipular, comprender lenguaje natural y "razonar". Algunos trabajos dejarán de existir pero esos serán una minoría; no más de 5 a 10% de las ocupaciones actuales según recientes investigaciones de la consultora Mckinsey y de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) que refutaron investigaciones anteriores. El impacto mayor será sobre la automatibilidad de las tareas que componen las ocupaciones. En algunos casos la mayor parte de las tareas de una ocupación se volverán automatizables, en otros casos serán menos pero la casi totalidad de las ocupaciones se verán transformadas en mayor o menor grado.

Ese es el verdadero impacto estratégico de la automatización. Seguirán existiendo los abogados, los médicos, los arquitectos, los albañiles, los profesores y casi todas las demás ocupaciones que hoy conocemos, pero sus tareas serán diferentes ya que serán ejecutadas sinérgicamente entre personas y máquinas. Los abogados no tendrán que buscar manualmente antecedentes, los corredores de bolsa no tendrán que analizar las fluctuaciones del mercado, los contadores no tendrán que registrar movimientos, preparar declaraciones de impuestos o calcular balances. Todas estas profesiones seguirán existiendo, pero quienes las ejerzan deberán dominar las nuevas tecnologías que realizarán las tareas automatizables y agregar valor con destrezas no automatizables como inspiración, creatividad, persuasión, negociación, relacionamiento interpersonal o comunicación intercultural así como los criterios éticos y morales para el uso de la tecnología.

Estos trabajos "redefinidos" requerirán avanzados niveles de conocimiento que cambiarán continuamente porque el cambio tecnológico será cada vez más acelerado. En el mundo laboral de la 4ta Revolución Industrial no existirá un déficit de empleos sino un déficit de conocimientos. El problema principal no será que desaparezcan profesiones, ya que la mayoría seguirán existiendo y además surgirán nuevas. El desafío será que los ciudadanos puedan ejercer los nuevos empleos y eso requerirá que puedan actualizar continuamente sus conocimientos de forma económicamente accesible y cognitivamente efectiva.

Este desafío requiere un movimiento social que involucre a las asociaciones profesionales (que deben apoyar a sus asociados a visualizar el futuro de sus tareas), las universidades (que deben definir sus planes de estudio considerando estas redefiniciones de las profesiones), los empleadores (que deberán apoyar a sus empleados a acceder a la continua reeducación que necesitarán en el futuro).

Nuestro país presenta debilidades educativas importantes. Esta debilidad educativa será mucho más perjudicial en el futuro ya que puede dejar a los ciudadanos que deberán vivir a partir de la 4ta Revolución Industrial incapaces de acceder a los nuevos trabajos que surgirán, especialmente los de mayor nivel educativo, mayor estabilidad y mayor ingreso. Este es nuestro desafío estratégico y es al cual deberíamos invertir nuestro mayor esfuerzo para alcanzar una visión conjunta de futuro.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad