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La raíz del problema

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Juan Oribe Stemmer

El Reporte Mundial de Drogas elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd), es un documento preocupante que merece ser leído con mucho cuidado. Por varios motivos.

En el prefacio del Reporte se sostiene que menos del 5 por ciento de la población adulta de nuestro planeta (población de entre 15 y 64 años de edad) ha consumido drogas ilícitas en el último año. Dentro de ese grupo, los consumidores muy dependientes de las drogas representarían alrededor del 0,6 por ciento de la población mundial. El estudio opina que haber mantenido el consumo de drogas en esos niveles debería ser considerado como un logro de gran importancia y agrega que, si no hubieran existido programas para el control del consumo de drogas ilícitas -como los que se aplican hoy- el problema podría haber adquirido las mismas dimensiones que el consumo de tabaco o alcohol.

En conclusión, los programas nacionales y multilaterales para reducir la demanda de drogas parecerían estar funcionando. Una afirmación discutible, incluso a partir del contenido del propio Reporte.

Los datos tienden a demostrar que el consumo de drogas continúa siendo un desafío formidable. Por varios motivos.

Primero, los porcentajes mencionados en el Reporte se mantienen en el tiempo. Ello sugiere que, por lo menos, la demanda por drogas ilícitas tiende a aumentar al mismo ritmo que la población mundial. Y eso no es poca cosa.

Segundo, las estadísticas globales no pueden usarse como un indicador realista de ese consumo porque la demanda por drogas se concentra en determinadas regiones. Como lo demuestran dos ejemplos: la cocaína y la marihuana.

El Informe estima que alrededor de 15,9 millones de personas, es decir el 0,37 de la población mundial (en el grupo de edades entre 15 - 64 años) consume cocaína.

Esa cantidad parece apenas una gota de agua si la diluimos en el amplio estanque de la población mundial (6.705 millones de habitantes). Pero, el panorama cambia si analizamos cómo se distribuyen esos consumidores en el espacio: 3,9 millones de consumidores de cocaína se encuentran en Europa Occidental y Central (24,3% de los consumidores en todo el mundo), 7,1 millones en América del Norte incluyendo Méjico (44,4% de los consumidores) y tres millones en América del Sur (19,4%).

Lo mismo sucede con la marihuana.

Existen unos 165.600.000 consumidores de cannabis, aproximadamente el 3,9% de la población mundial en el grupo de edades 15 - 64 años. Otra vez, esa masa de consumidores se reparte en forma muy desigual: 22,1 millones de consumidores se encuentran en Europa Occidental y Central (13,4% del total mundial de consumidores de esta droga), 30,6 millones en América del Norte (18,5%), 9,9 millones en América del Sur (5,6%) y 3,2 millones en Oceanía (1,9%).

Se puede estimar que Europa Occidental tiene, por lo menos, 26 millones de consumidores de cocaína y marihuana, y América del Norte (Nafta) 37,7 millones. A ello deberían agregarse otras muchas sustancias, incluyendo las derivadas del opio y las sintéticas.

La clave de esta moderna industria transnacional ilícita se encuentra en esa concentración de la demanda mundial en un grupo limitado de sociedades con un poder adquisitivo relativamente alto y dispuestas a pagar un alto precio por su dosis. Esto es lo que mueve el narcotráfico.

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