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Destino universitario

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En las elecciones nacionales los uruguayos resolvimos qué partidos y personas van a dirigir el país en los próximos años. Si bien todas las elecciones implican optar entre personas y propuestas, existe un alto grado de consenso entre los uruguayos sobre cuáles deben ser nuestras metas estratégicas.

En las elecciones nacionales los uruguayos resolvimos qué partidos y personas van a dirigir el país en los próximos años. Si bien todas las elecciones implican optar entre personas y propuestas, existe un alto grado de consenso entre los uruguayos sobre cuáles deben ser nuestras metas estratégicas.

En los últimos años nuestro país aumentó sus exportaciones, disminuyó la pobreza y mejoró la distribución del ingreso. Sin embargo, resulta claro que este progreso no será sostenible si no diversificamos nuestra producción creando productos y servicios con mayor contenido de conocimiento, tecnología e innovación.

Para lograr este objetivo, nuestra sociedad debe generar y retener personas talentosas y brindarles oportunidades de lanzar emprendimientos innovadores, que a su vez atraigan inversiones hacia proyectos con alto contenido de conocimiento. Las universidades son un componente fundamental de una sociedad innovadora y emprendedora, ya que producen conocimiento y forman a quienes lo aplican. Por eso la modernización de un país necesita de un sistema universitario dinámico, innovador, competitivo a nivel regional e internacional y con una escala que genere la masa crítica de aportes de conocimiento y de especialistas capaces de aplicarlo productivamente. En sus primeras décadas, el sistema universitario uruguayo se dedicó a formar profesionales en un número reducido de disciplinas. En los últimos años, el sistema se expandió y se diversificó con la creación de nuevas universidades públicas y privadas, decenas de nuevas carreras y una mayor orientación a la investigación y a la promoción de innovaciones con la creación de instituciones como el Pedeciba, el LATU y la ANII. Esta expansión y diversificación han sido positivas y han propiciado la creación de nuevos sectores productivos como el software o la biotecnología. Sin embargo, la profundidad y la escala de estos cambios en el sistema universitario no son suficientes para apoyar la transformación necesaria en el perfil productivo de nuestro país hacia productos y servicios innovadores con mayor contenido de conocimiento y competitivos a nivel regional e internacional.

Una de las principales restricciones para la mejora de nuestro sistema universitario es la escasa cantidad de estudiantes, especialmente de postgrado. Nuestra reducida población, demografía con baja natalidad, concentración universitaria en Montevideo y baja tasa de graduación de bachillerato, limitan la cantidad de potenciales estudiantes universitarios. En los niveles más altos de la educación universitaria, donde es inevitable la selección de estudiantes ya que no todos tienen la capacidad o la voluntad requerida. Esta restricción es aún más perjudicial, ya que si son pocos los alumnos potenciales, estadísticamente serán aún menos los que se destaquen por su capacidad y rendimiento. Como consecuencia, es muy difícil para las universidades acceder a masas críticas de estudiantes de alta capacidad y justificar inversiones en profesorado o en equipamiento que serían imprescindibles para alcanzar niveles competitivos en la investigación y en la formación.

Dado que la calidad del conocimiento que producen las universidades depende directamente de la capacidad de sus estudiantes, las universidades uruguayas tienen que poder atraer muchos más estudiantes, especialmente de alto rendimiento. Esto implica facilitar el acceso económico y geográfico a los estudios universitarios a la mayoría de nuestra población, aumentar las tasas de graduación de bachillerato y mejorar la calidad de los estudios secundarios. Pero aún estas medidas serían insuficientes para una mejora significativa de nuestras universidades.

Una estrategia para aumentar la cantidad de estudiantes universitarios de alta capacidad es atraerlos de otros países. Estamos insertos en una región con millones de aspirantes a estudios universitarios con los cuales compartimos un idioma común o muy similar. La calidad promedio de las universidades en nuestra región no se destaca a nivel internacional. Nuestro sistema universitario mantiene una imagen positiva en la región por su orden y seriedad. Estos son elementos que llevan a pensar que podría ser factible competir como país por una fracción de los cientos de miles de estudiantes universitarios de la región.

Los beneficios podrían ser importantes para nuestro país. Miles de alumnos universitarios no solo fortalecerían nuestras universidades sino que dinamizarían la vida cultural y artística de nuestras ciudades y contribuirían a la economía a través de sus gastos de vivienda, entretenimiento, transporte y demás. Muchos de los graduados permanecerían en nuestro país, atrayendo inversiones y lanzando emprendimientos (la mitad de las nuevas empresas tecnológicas que se crean en el Valle del Silicón en California son fundadas por inmigrantes que generalmente llegan para formarse en las universidades norteamericanas). Los que vuelvan a sus países serán embajadores de nuestras aspiraciones como sociedad culta y de nuestras capacidades tecnológicas, creativas y redes de apoyo para empresas uruguayas que busquen expandirse en el mundo.

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Jorge Grünberg

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