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La prosperidad entra por aduana

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Quienes siguen las tendencias de la economía de nuestro país, entienden con claridad hasta qué punto la prosperidad y las crisis entran al país por la aduana.

Quienes siguen las tendencias de la economía de nuestro país, entienden con claridad hasta qué punto la prosperidad y las crisis entran al país por la aduana.

El comercio exterior, el financiamiento externo, el Mercosur, China o el turismo determinan nuestra suerte. Somos extremadamente vulnerables. Por ser pequeños, por la especialización productiva, por las estrategias políticas, por las instituciones o por la mala calidad de nuestras alianzas externas. Somos tomadores de precios y de muchas cosas más y esto es así desde épocas coloniales.

Los ingresos con mayores efectos multiplicadores sobre la riqueza y el empleo nacen de la explotación de recursos naturales, especialmente de la producción de alimentos. Ha sido débil la construcción de capacidades para promover la inversión y el crecimiento de industrias y servicios que den lugar a la diversificación de la economía, a la moderación de la volatilidad y al aumento de la productividad. La abrupta secuencia entre prosperidad y crisis origina ciclos de ajustes que dejan por el camino esfuerzos de años. La consecuencia a largo plazo, es una baja tasa de inversión, un crecimiento de escaso dinamismo, un riesgo elevado de clima y mercados y consecuentemente bajos incentivos para la innovación y la creación de capacidades humanas e infraestructura. Hemos crecido por encima del 5% anual en la última década, pero si promediamos períodos más largos el crecimiento ronda solo el 2% anual. El desarrollo es la construcción de instituciones y de capacidades humanas, las cuales no han sido prioridades de las políticas públicas. En los mejores momentos no creamos capacidades para atenuar los ciclos.

En estos meses ingresamos en una fase de deterioro acelerado, especialmente por lo que está ocurriendo en el campo que suma a las fatalidades climáticas los errores de las políticas y las caídas de los mercados. La recuperación será lenta mientras se ajustan los precios relativos y se reorganizan las redes de negocios. Las decisiones políticas se equivocaron cuando formularon un presupuesto ostentoso que ahora debe encogerse presagiando conflictos. Los gobernantes retrasan la adecuación a la nueva coyuntura agravando las consecuencias y retrasando la recuperación. Ni mencionar el saqueo del estado cada vez que hay una oportunidad. Como muestra, el viaje a Zambia, el Fondes y Ancap en primera línea.

La soja es un puntal del despegue agropecuario reciente. Ahora enfrenta una caída del área sembrada del orden del 25%, un precio 35% menor y rendimientos que probablemente caerán en el orden de 20%. El ingreso será parecido a la tercera parte de lo que fue el año pasado. En lechería la situación es similar, el trigo y el arroz atraviesan graves dificultades climáticas y de mercados y los ingresos ganaderos descienden más moderadamente. El conjunto de la producción exportable tendrá un descenso significativo en producción y especialmente en ingresos.

Muchos productores, contratistas, comerciantes o fabricantes no podrán atender sus compromisos y habrá cortes en las cadenas de pagos. La producción y las inversiones caerán fuertemente. Hechos que repercutirán en los pueblos y las ciudades del interior. Los empleos públicos y las corporaciones serán protegidos en su empleo mientras sus salarios seguirán subiendo.

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Joaquín Secco García

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