Publicidad

El costo país y el déficit fiscal

Compartir esta noticia
SEGUIR
Joaquín Secco García
Introduzca el texto aquí

La quiebra de Lehman Brothers significó un símbolo emblemático del inicio de la crisis de 2008 que inició una nueva fase de la economía mundial. Antes de declarar la quiebra, Lehman Brothers era el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos y tenía 680 mil millones de dólares en activos.

La crisis estuvo caracterizada por el debilitamiento económico y financiero de los países centrales y el ascenso de la periferia para asumir roles inéditos en términos de generación de riqueza, aumento del empleo, reducción de la pobreza y modernización social.

La profundidad de la crisis financiera que sucedió a la quiebra de Lehman Bros y las amenazas sobre las consecuencias de la misma, creó una obsesión para la academia, el sistema político y las empresas por la implementación de medidas efectivas para neutralizar los desequilibrios. Seguía vigente la discusión acerca de las soluciones que se pretendió darle a la crisis del 29, los fracasos experimentados y la duración de la misma. Por el antecedente, se intentó acelerar la normalización del funcionamiento económico, especialmente en lo referido a manejar el endeudamiento, la reactivación, las inversiones y el empleo, entre las principales. La llave para enfrentar este dilema pasa especialmente por el manejo del crédito, de las tasas de interés, de los plazos y de las condiciones que facilitaran la regularización del mercado.

Los bancos centrales redujeron las tasas de descuento en la banca, lo cual tuvo como contrapartida la desvalorización de las monedas que veían reducida su rentabilidad. Al mismo tiempo, las monedas de los países que no veían reducida su tasa de interés se fortalecían. O dicho en el lenguaje más vulgar, la caída de la tasa de interés de la Reserva Federal de EE.UU. significó el atraso cambiario en los países que mantenían su tasa de interés, como Uruguay entre otros muchos.

Lo que hay que subrayar es que si bien las historias nunca se repiten, después de una década se han recuperado en los países avanzados los principales valores de la economía. Esta recuperación motiva la gradual recuperación de los valores de antes de la crisis. Aumentó la inversión, el empleo, los ingresos, el crecimiento y la regularización financiera. Pero la tan prometida elevación de las tasas de interés se elevó por debajo de las expectativas.

La desvalorización del dólar, que se combinaba con un atraso cambiario en el Mercosur, no se ajustó y hoy cuando nuestra competitividad está cuestionada, las condiciones externas no nos favorecen. Nuestra expectativa era el aumento de las tasas de interés, la valorización de las principales monedas, el "adelanto cambiario" en nuestra latitud y atrás la reactivación de las malas condiciones a la competitividad y al aumento de los costos de los exportables.

Hace unos días se publicaron las cifras trimestrales de cuentas nacionales y los analistas observaron que el indicador de consumo privado creció, contra el indicador de inversión que bajó. Más allá de coyunturas cortas que nos permiten elevar el consumo bajando la inversión, esa tendencia no es sostenible. Coyunturalmente eso es posible por el carry trade que se ha generalizado en el Mercosur y que incentiva, junto al aumento del consumo, el déficit fiscal y el aumento del endeudamiento. En algún momento se llega a la imprudencia.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad