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Los cambios productivos

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El progreso y la aceleración de los cambios, nos hace mas difícil entender el contexto de la historia que vivimos. Qué está pasando, porqué y hacia dónde vamos. En las sociedades tradicionales, la vida entera transcurría sin que hubiera cambios en las respuestas lo cual hacía inútiles los cuestionamientos. Cuando todo cambia, si no entendemos el camino, nos costará mucho decidir cuál es la mejor manera de continuar. Otro motivo para fortalecer la sugerencia de “conocer para mejorar”. A menudo constatamos que nuestros gobernantes, los académicos, los formadores de opinión o los sindicalistas mantienen las mismas respuestas mucho después que todo cambió.

El progreso y la aceleración de los cambios, nos hace mas difícil entender el contexto de la historia que vivimos. Qué está pasando, porqué y hacia dónde vamos. En las sociedades tradicionales, la vida entera transcurría sin que hubiera cambios en las respuestas lo cual hacía inútiles los cuestionamientos. Cuando todo cambia, si no entendemos el camino, nos costará mucho decidir cuál es la mejor manera de continuar. Otro motivo para fortalecer la sugerencia de “conocer para mejorar”. A menudo constatamos que nuestros gobernantes, los académicos, los formadores de opinión o los sindicalistas mantienen las mismas respuestas mucho después que todo cambió.

Tímidamente desde los 80 pero vigorosamente desde inicios de este siglo, se elevó la demanda y los precios mundiales de los alimentos. Paralelamente, se fue contrayendo la disponibilidad de recursos naturales y de capacidades institucionales y organizativas calificadas para producirlos. Sin que nos haya costado demasiado, nuestras oportunidades se hicieron visibles para quienes tuvieron miradas frescas. La respuesta productiva fue notable. Después de medio siglo de virtual estancamiento la producción agropecuaria se ha convertido en la principal fuente de riqueza del país. En una década, la producción aumentó mas de un 60% con la misma tierra y aproximadamente los mismos recursos humanos. Este giro, por muchos tomado como una expresión de atraso, ha sido la principal fuente de innovación, aplicación de conocimientos, desarrollo de capacidades empresariales y organizativas que han ocurrido en un siglo.

La industria y el turismo subsidiarios del Mercosur se están quedando sin nafta. Los programas de otro siglo basados en acero, energía, chimeneas, mamelucos con quienes muchos estrategas siguen soñando deben competir con salarios de US$ 4 por día en el Asia pobre y cada día mas en el África que comienza a aflorar. El paradigma de agregar valor a los alimentos que muchos recetan no depende de fábricas y procesos industriales, sino de la gran revolución de la gestión, la organización, la comercialización y el poder de ventas. Hacer aceite de soja, duraznos en almíbar o queso para rallar no enriquece a nadie. La riqueza se genera entre el producto elaborado y el consumidor a través de procesos de creación de imagen, confianza, calidad, persistencia. Algo hemos hecho en el vino, en la carne o en el arroz aunque son progresos que ni convocan emulaciones ni mueven la aguja. El contexto de competitividad de la economía no alienta mayores progresos. Son esfuerzos que en nuestro país todavía no se comprenden ni se practican. Una chimenea, un motor y un mameluco engrasado no se cambian por nada.

Por su parte, el crecimiento del 60% del agro se logra a través de productividad, lo cual implica el multiplicador de agregar conocimientos, servicios, capacidades, insumos, inversiones. El multiplicador deriva en que si el campo creció 60% la cadena de valor hacia atrás creció mucho mas que eso. Los países mas prósperos e igualitarios, son los que han construido las cadenas hacia atrás —mecánica, biológica, química, logística— mas complejas e innovadoras a la vez que hacia adelante han avanzado en calidad, dominio de la comercialización y poder de ventas. Lo que en cambio parece muy obsoleto es el modelo acoplado y subordinado al MERCOSUR.

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Joaquín Secco García

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