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Rumbo a la coalición

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Javier García
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La de 2019 será una elección pareja y muy dura. Hay un bloque oficialista, que le llaman con voz engolada la "fuerza política", cuyo lema es el FA.

Es un conjunto de partidos que coaligados tienen algunos puntos de acuerdo, como votar juntos, y varios y profundos desacuerdos (esta semana lo de Venezuela fue el ejemplo más notorio). Lo enfrentará nuestro Partido Nacional, el Colorado, el Independiente y el de la Gente. Votaremos cada uno por nuestro lado; la pregunta es si tomando en cuenta la realidad actual gana el Partido Nacional en el balotaje, ¿es posible gobernar juntos después? Y la respuesta es simple: la única forma de gobernar es mediante una coalición, acuerdo o como se llame. Supone eso, no hay que ser politólogo, que en el Ejecutivo estén representados todos los partidos que conformarán la mayoría parlamentaria que dé estabilidad al gobierno. Ministros, representación en la administración autónoma y descentralizada. ¿Se reduce de antemano a estos la eventual coalición? No necesariamente, pero eso es lo más realista hoy.

Estamos en un punto de inflexión. Será la primera elección desde 1984 que arriba de la mesa estarán temas de corte ideológico profundos. El tema económico, auguro, no será el central. El debate actual sobre cosas aparentemente distintas (seguridad, costo del Estado, producción, Venezuela, etc.) tiene un mismo origen, con expresión en diferentes ámbitos: un proyecto que cree en la libertad del individuo y sus derechos como centro de la vida en sociedad y otro que jerarquiza el poder en lo colectivo, que está por arriba de la persona concreta, y donde lo central es el Estado como supuesto representante del conjunto. Uno tiene nombre propio y el otro es un intangible.

Hay hartazgo social. La gente está harta de trabajar y que no rinda, de pagar impuestos de Suecia y recibir servicios de quinta, de ir al almacén y pagar carísimo, de que un año tras otro nunca sea normal el comienzo de clases, de la inclusión financiera obligatoria mientras te cierran cajeros de noche porque no pueden agarrar a los chorros que los vuelan con gas, o te cierren sucursales del BROU, de andar con miedo en las calles y ver la tragedia del crimen, de que te aumenten las tarifas mientras fundieron Ancap, de poner plata para fracasos ideológicos/empresariales como "Alas U" o el Fondes. Harta de que le prohíban cambiar de mutualista mientras ASSE fue un desquicio; de poner un negocio y que la acribillen a inspecciones y sospechas. De sentirse ajena en la propia patria. Como hace años no pasaba se empieza a escuchar la voluntad de gente joven (y no tanto) de irse del país.

En todo esto hay un cruce de ideas: es la libertad, el respeto a la persona y sus derechos, a vivir sin miedo, a trabajar sin que te persigan y le aflojen la carga a la familia o a la máquina que se retroalimenta a sí misma, donde en pos de algo que no tiene nombre ni cara recauda para su poder, limita libertades, nos trata como a niños descarriados, nos multa y amenaza, nos escucha, nos revisa la billetera y dice si es mucho o poco, y saca, siempre saca.

Para enfrentar esto no es necesario votar en un mismo lema porque hay balotaje, pero sí decir previamente que se hará en la segunda vuelta antes de votar en la primera. Y es bueno que el ciudadano lo exija saber antes de decidir. Es cambio o continuidad. Es lo que todos los partidos tenemos que responder.

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