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Ni peleó ni fue guerrero

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Javier García
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Cada peso mal gastado, es uno menos bien usado. Al final del período los aumentos de tarifas, los impuestos y las postergaciones para atender causas justas se explican también por "platas" chicas que sumadas son pérdidas millonarias.

Más de un millón de dólares mal gastados no son mucho en la cuenta general del país, pero es lo que cuesta construir una escuela, tampoco es para despreciar. Eso nos costó comprar el "avión presidencial".

En 2015 se conoció públicamente la intención de comprarlo, casualmente a un empresario amigo del poder, tan amigo que apenas asumió Tabaré Vázquez, el 2 de marzo, le envió una carta ofreciéndole su jet particular. Si será cercano que ya sabía de las intenciones aéreas del mandatario. El precio no fue tan caro como los aviones de Pluna, otro negocio ruinoso bancado con plata pública para solaz de otro empresario poderoso y amigo del gobierno popular y progresista. La aeronáutica ha sido una debilidad de los presidentes frenteamplistas: les gusta viajar o comprar aviones privados de empresarios compañeros, algunos terminaron presos, otros dejaron centenares de obreras de la pesca en la calle y unos agujeros negros en el BROU que pagaremos con impuestos y tarifas. Digamos que para la austeridad pregonada este ha sido un desliz costoso. Chacra humilde, pero jet exclusivo. Los presidentes normales, uruguayos, viajaban en aviones de línea sin tantas pretensiones. El progresismo tiene gustos caros.

El "avión presidencial" es un clavo remachado, viejo, fruto de un favor impresentable. Pagamos lo que no vale y lo que volará poco, hasta ahora nada y eso que andan en vueltas desde 2015. Pagamos más de un millón de dólares para que Vázquez viaje por el barrio, porque lejos no llega. Como pegó fuerte en la opinión pública, insistieron que en verdad era un avión "multipropósito" para trasladar enfermos, un gran CTI aéreo. Salvo que los genios del aire hayan descubierto que es más práctico y mejor para los pacientes viajar parados, este de sanitario tiene poco porque camilla no tenía, a pesar de que estaba en el precio. Sanitario y sin camilla. En fin. Ante una convocatoria del diputado Pablo Abdala tuvieron que salir de apuro a ponerle una parihuela en Argentina (camilla cara advierto porque en el precio costaba 90.000 dólares).

Esta semana la Fuerza Aérea tuvo que trasladar de urgencia a un paciente grave desde Paysandú al Hospital de Clínicas y lo hizo en unos de sus aviones, no tan caro y más efectivo: con camilla, médico y equipos. Sin alharaca. Pero, por lo menos, el codiciado jet presidencial podía haber cumplido la misión principal, la verdadera, que era trasladar a Vázquez por el barrio. Ni eso. Esta semana viajó a Brasilia y lo hizo en otro avión de la fuerza del aire. De aquel clavo que nos vendió el empresario amigo, nada, es un fantasma aéreo, añejo, a precio de ópera y que anda de cirujano plástico en Argentina, acomodándose un poco.

Se dirá que al lado de los 800 millones de Ancap, los 300 de Pluna, o el Fondes es poco, y es verdad. Pero eso no justifica ni la falta de austeridad y decoro, y menos la de transparencia. Es dinero público mal gastado para disfrute y negocio de un empresario que supo acercarse al poder. Un joint- venture de la era progresista: con plata pública y ganancias privadas. Una vergüenza.

Para todos, porque siempre amanece, Feliz Navidad.

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