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No pasa por la ventana

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Javier García
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Los uruguayos que están en el exterior son tan compatriotas como los que aquí vivimos. Seguramente la inmensa mayoría de ellos está con melancolía de ver "el cielo de mi tierra", de "su" tierra, como cantan Los Olimareños. Muchos esperan volver, otros saben que no lo harán más.

Unos y otros somos los orientales del mundo. Dicho esto empieza la otra discusión: si pueden votar desde el exterior, o si para hacerlo deben hacerlo aquí. En el 2009 hubo un plebiscito impulsado por el FA para incluir el voto epistolar. La intención estuvo muy lejos de ser aprobada. Naufragó: obtuvo el 39%. Además, en el caso de las modificaciones vía ley cuando suponen legislación electoral, deben aprobarse por mayorías especiales de dos tercios. Modificar el padrón electoral, ni más ni menos, es algo que supone acuerdos amplios, plurales, y no el antojo de un partido. Por eso los estrictos mecanismos previstos.

El voto es un derecho que debe ejercerse aquí, así lo fija nuestra Constitución. ¿No se está de acuerdo? Que se cambie la Carta, pero sin trampas. Aquí ya hubo un plebiscito como sabemos. Preveía el voto epistolar, por carta. Si bien el voto consular no es exactamente eso, sino el voto emitido en sedes diplomáticas, el debate giró notoriamente sobre la posibilidad que votaran aquellos que no están en el país, y por lo tanto que incidieran en la elección de un gobierno que no los gobernará, aunque sí elegirán. Dará el gobierno a uno que pondrá impuestos que no pagarán, que tendrá políticas de seguridad que no los tocará, o administrará servicios de salud donde no concurrirán. Unos pensarán que esto no es importante, otros que sí. Yo me anoto en lo segundo.

Independiente de eso, está claro que a los empujones y por cuentas electorales y caprichos o compromisos estas cosas no se imponen. Se requiere amplio acuerdo.

Estamos viviendo urgencias muy graves. La inseguridad nos está transformando en una sociedad donde se rompieron tejidos de convivencia esenciales. La violencia nos acorraló mientras el gobierno se lava las manos y deja territorio para que avance el crimen. Y por otro lado las expresiones de justicia por mano propia, que advertimos que sucederían, hablan de una ley de la selva entre nosotros. Esto es obra del desgobierno del FA. Es preferible estar en desacuerdo pero tener enfrente un gobierno, que no tener ninguno.

Mientras pasa esto y la incertidumbre económica en las familias campea y el trabajo empieza a escasear, los dirigentes del FA tienen como prioridad, a prepo, meter el voto desde el exterior, que además la expresión popular en plebiscito rechazó rotundamente. Ya no es un mundo paralelo, la diferencia es metafísica. Viven en la loca carrera del poder por el poder. Y cuando esto pasa, uno empieza a preguntarse qué será aquello que necesita la cobertura indispensable del poder para que no vengan otros y se conozca. Parece una carrera por ganar, para tapar. Si los votos de acá no alcanzan probemos cambiando el padrón. Es además una enorme ofensa para los uruguayos que están en el exterior. La de usarlos como actores de reparto, mientras abandonan a su suerte a los familiares de esos mismos compatriotas que viven aquí. Cuenta chica que habla de derechos siempre y cuando se ejerzan fuera de fronteras. Porque adentro de fronteras les importa poco y los defienden menos.

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