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El paro partidario

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La recta final de la campaña tomó un vuelco inesperado: el Pit-Cnt salió al rescate del FA y de Vázquez. Que el secretariado de la central obrera sea militante del Frente Amplio y comparta sus días entre la actividad sindical y partidaria no es novedad.

La recta final de la campaña tomó un vuelco inesperado: el Pit-Cnt salió al rescate del FA y de Vázquez. Que el secretariado de la central obrera sea militante del Frente Amplio y comparta sus días entre la actividad sindical y partidaria no es novedad.

En el parlamento alternan en bancas dirigentes sindicales que entran para debatir temas específicos defendiendo posturas del gobierno y luego vuelven a sus gremios mezclando militancias. Lo hicieron Bermúdez de la salud y Andrade de la construcción, entre otros. No hay independencia de clase como en términos marxistas se define, hay dependencia partidaria estricta. Votan lo mismo empresarios capitalistas como Esteban Valenti o Juan Salgado, que dirigentes comunistas como los nombrados. La plusvalía se la llevan los primeros y la legitiman los segundos, mal que les pese. Tienen algo en común: hacen los mismos discursos, pero unos calientan el agua y los otros se toman el mate. Sería incomprensible ideológicamente esta yunta si no fuera porque los une el partido político, no los “intereses de clase”, que son bien distintos. Los nombrados, ¿viven en los mismos barrios, tienen los mismos autos, veranean en los mismos balnearios, salen a los mismos restaurantes, compran en las mismas tiendas la ropa?
A no ser ingenuos, los dirigentes sindicales sostienen con sus decisiones partidarias el poder político de otros correligionarios que los usan.

El paro del 18 de setiembre para pronunciarse en contra de LP y el Partido Nacional, que en verdad ese es el motivo, es una barbaridad. Cuando escribimos esto están reunidos los dirigentes sindicales para reconsiderarlo, alertados del error. Si no fuera partidaria su finalidad sería imposible de llevar adelante. Es un paro por las dudas, con efecto “retard” como los medicamentos, se hace ahora para que tenga efecto el 1° de marzo que viene. El día del paro miles perderán su jornal, niños y jóvenes perderán un día más de clase, pacientes que pidieron hace muchos meses consulta con un especialista se quedarán sin médico, operaciones coordinadas para ese día no se harán. ¿Quién gana y quién pierde?

Es de tal irracionalidad que no entra en ninguna cabeza sensata. El movimiento sindical uruguayo no tenía nada que ver con el argentino. Acá los dirigentes no eran mensajeros partidarios, como allá. Acá no entraban en negocios que terminan en negociados. Se podía discrepar con ellos pero la honradez nunca estuvo en discusión. Desde hace un tiempo, por desgracia, algunos se han desviado en sus conductas. La mezcla cotidiana con las moquetes del poder y los copetines oficialistas les hizo perder el rumbo y se marearon. Ya hubo procesamientos en la salud y negocios como el de las viviendas sindicales está en la Justicia, fueron negocios mal habidos que terminaron con una historia sindical impecable. Eso sucedió ante la vista y la complacencia de quienes decidieron el paro “retard” del 18 próximo. Sinceramente en otros tiempos varios dirigentes hubieran renunciado por dignidad. Pero el poder los atrae demasiado.

Los blancos tenemos enorme respeto por la libertad sindical y por eso nos vamos a entender, a pesar de corcoveos. El principio es claro: gobiernan los representantes del pueblo, no los sindicatos. Aceptando esto, el diálogo será fácil. Sólo hay que estar de acuerdo con la esencia democrática y republicana. Nada más y nada menos.

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Javier García

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