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El impuesto político

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Javier García
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En días debatiremos en el Senado una propuesta del gobierno para aplicarle un segundo impuesto a las jubilaciones que perciben los retirados militares.

Se argumenta por el FA que será solo a quienes cobren más de $ 50.000, nominales. El argumento es una falacia, porque esas jubilaciones ya están gravadas por el IASS, que pagan como cualquier hijo de vecino. Y esas jubilaciones pagan más, justamente, porque son más altas. En conclusión: quienes se vean afectados por ese segundo impuesto a una misma jubilación recurrirán a la Suprema Corte de Justicia, que seguramente lo derogue por violar el principio de igualdad, ya advertido por los constitucionalistas. Es de cajón. El gobierno del FA va a darle muy buenos dividendos económicos a los estudios jurídicos que se encarguen de estos recursos, sin duda serán los grandes beneficiados de este insistente error. Ya se están frotando las manos y abriendo sus bolsillos gracias al favor que le hará la izquierda. Paradójico.

En conclusión, no es por justicia tributaria, porque ya pagan impuestos. No es por el monto cobrado, porque ya tributan de acuerdo a ese monto. Si este fuera el argumento deberían impulsarlo para todos los jubilados de cualquier caja, que son varios miles más y nadie plantea aplicarles un segundo impuesto, que además sería ilegal. Hay una sola razón entonces, y es su condición: son militares. Ese es el fondo del tema, es un impuesto a la condición de soldado. No es por justicia tributaria, es por una revancha añeja que busca resquicios y argumentos para seguir dividiendo por enfrentamientos de 50 años atrás. En el FA hay sectores que dominan las decisiones y arrastran al resto. Algunos le marcan la cancha a los demás promocionando un discurso falso que encubre lo verdadero que es un enfrentamiento con las FFAA que va desde promover su desaparición (aunque no digan quién se hará cargo de las tareas que hacen), hasta postergarlas presupuestalmente o ponerles impuestos específicos. Colocan a los soldados en una especie de escalafón de funcionarios públicos de segunda categoría, ignorados y postergados salvo cuando las cosas se complican y el gobierno les ordena hacer lo que otros no hacen: levantar la basura, cuidar cárceles, o rescatar uruguayos en situaciones de emergencia y catástrofe. Pero eso, para estos círculos militantes fabricantes de odios, no importa porque la prioridad es el objetivo político que es alentar la división permanente con las FFAA. Cada vez recurren más a ellos, y también más los postergan.

El gobierno está dispuesto a avanzar sobre esta ilegalidad, que durará poco y que se motiva en prejuicios ideológicos, pero no tiene idea de las FFAA que se necesitan. Mientras, posterga la reforma de las leyes orgánicas que rigen desde la dictadura. Ese debería ser el primer interés, pensar en los desafíos que tenemos como país por delante: nuestras fronteras y su vulnerabilidad que ya no es solo física sino cibernética; nuestros recursos y riquezas naturales; la amenaza terrorista y el crimen organizado que se asocia a esta; nuestro mar y nuestro subsuelo; la Antártida; nuestra proyección internacional y en todo esto cómo contribuyen unas FFAA democráticas, modernas y profesionales, y encararlos.

Para esto hay que dejar de dividir y de impulsar revanchas. Esta del impuesto al soldado es de un odio muy primario. Es infantilismo de izquierda.

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