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Groucho Marx

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Javier García
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Estamos, como país, regalados. En nuestra seguridad interna no es novedad, pero en nuestras fronteras ahora queda claro que tampoco. 

El Estado nos filma, nos escucha, sabe al almacén que vamos, qué compramos, dónde estudian nuestros hijos, la mutualista en que nos atendemos y además nos encierra para que no nos vayamos sin pedir permiso a otra; todo, no queda nada de nuestras vidas que no esté en una computadora al servicio de los espías estatales.

Nos escudriñan hasta el mínimo detalle. Eso nos pasa a los uruguayos de bien; los chorros la tienen más fácil, los de adentro y los de afuera también. El Estado es muy severo para evitar que nadie traiga más de cinco kilos de azúcar o galletitas de Argentina, pero por la espalda le pasan millones de dólares y se entera por los diarios de allí.

Esta semana quedó demostrado que al gobierno no le interesa evitar que seamos un santuario de corruptos que robaron Argentina y a su pueblo, y que el "mecanismo" para lavar plata pasara por aquí. Porque o se lavó o está enterrada o guardada en cofres acá, no hay otra posibilidad.

Los valijeros argentinos sabían que la tenían fácil, que se podía venir sin problema porque la tesis doctoral de Bonomi es que traer dinero, aunque sean millones de dólares, no es un delito, sino "una falta". Si el dinero es producto del saqueo institucional K, dinero sucio que empresarios corruptos pagaron en coimas para llevarse millonadas en obras sobrepagadas, y otras fantasmas, y que gobernantes más corruptos se embolsaron, es apenas un desliz que aquí importa poco.

Le deberían explicar rápidamente al ministro la ley de lavado de activos para, sin mucho esfuerzo, entender cómo funciona. Avisarle también al fiscal Pacheco que no pierda tiempo y que como fiscal de Crimen Organizado no se detenga en minucias, que esto no es nada. Dije que aquí alguien miró para el costado. Demostré, con documentos oficiales, no que alguien distraídamente miró para el costado, sino que fue peor: no miraron porque ordenaron no mirar.

La herida que el ministro le infligió el país es incalificable. El lavado de activos es un delito grave que financia las peores cosas. El mundo entero mira con recelo a los países que no hacen todo para evitarlo, y aquí se ríen y este irresponsable dice que traer millones de dólares de origen desconocido es menor.

En Argentina se informa que un delincuente arrepentido "exteriorizaba" la plata sucia por Uruguay y para el gobierno no tiene mayor importancia. La declaración del "arrepentido" Clarens en sede penal es para el encargado (supuesto) de la seguridad uruguaya un tema menor, una "falta". Venía, entraba sin que nadie lo registrara, estaba unos minutos y volvía. No entraba a su lujosa casa a 100 metros del muelle donde atracaba, ni para ir al baño, y al inefable Bonomi eso no le llamaba la atención. Un día en 3 horas y 22 minutos salió y entró a Buenos Aires, cuando el cruce lleva aproximadamente 1 hora y media en lancha rápida. Pisó el muelle y salió de nuevo (sin bolso de mano, ese quedo acá). De estos viajes relámpago hay varios. Cruzó 150 veces por lo menos, Migraciones se enteró de 94. ¿Y nadie desconfió? Esto no se lo cree ni Bonomi, que ya es mucho decir.

No sé por qué, pero en estos días me vino a la mente aquella frase atribuida al genial Groucho Marx: "es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar todas las dudas".

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