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Espía, mandón, insaciable

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Javier García
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Así es el Estado uruguayo. El Frente Amplio nos escondió como sociedad debajo de un aparato estatal que ahoga y que es su principal programa de gobierno.

Piensan al país a partir del sector público, nada a partir de las personas y de sus ganas de trabajar, de innovar y muchos menos de emprender. Y esa es la gran discusión de fondo. Trabajamos para nuestras familias o trabajamos para la burocracia.

Toda la lógica de la inclusión financiera obligatoria es para recaudar, es obvio; pero mucho más para saber todo detalle de nosotros. El Estado vigilante, espía, se mete con su nariz en cada rincón de nuestras casas, y lo hace con la lupa de la sospecha. Piensa el ladrón que todos son de su misma condición. Tiene la DGI un fabuloso banco de datos pronto para ser usado. Tratan a ca-da uruguayo como si fuéramos pichones de lavadores de dinero y evasores. De los empresarios chicos no se escapa ninguno, eso sí cuando saltó la deuda de Paco Casal ahí no hubo problema vino el "perdona tutti". Para perseguir al kiosquero son implacables, con los poderosos amigos se arrodillan. No solo nos espían con la DGI y el incontrolado sistema de escuchas llamado "El Guardián", además nos mandan como a gurises chicos. Nos llevan de la mano y nos dicen cómo debemos usar nuestro dinero y de qué forma. Y para eso la obligación del cajero, el banco y la red de cobranzas. Le armaron negocio y pico al sistema financiero. Porque estos progresistas de hoy tienen una característica: los agarró el síndrome de Estocolmo con los banqueros. Antes los secuestraban, ahora desde el gobierno los financian. La banca internacional antes era el Diablo flamígero, ahora es un querido compañero, intermediario de las leyes progresistas.

El Sr. Estado nos manda hasta el último detalle, hasta nos dice dónde atender nuestras salud, corralito mediante, y a pesar de que paguemos religiosamente el Fonasa. Como a chiquilines nos encierra y nos dice que de esa mutualista no se sale.

El Frente Amplio es una especie de devorador serial de impuestos y tarifas. Siempre hay lugar para sacar un poco más. En estos días dos precandidatos del FA propusieron más impuestos. Uno, Vergara, fue ministro de Economía y presidente del Banco Central durante años. Le llama ahora "adecuación fiscal", el sonido es más dulce que el de ajuste, no está tan quemado, pero su efecto es el mismo. La realidad es que es sincero, porque eso mismo piensa todo el FA. Nunca se les pasa por la cabeza analizar cómo se gasta, qué se gasta, con qué eficiencia. No tienen planteado ahorrar egresos superfluos o innecesarios. ¿O todo lo que se gasta está bien gastado? ¿De la gestión de los recursos nunca se hablará? ¿La reposición de funcionarios siempre es necesaria?, ¿todos? El debate no es privatizar o estatizar. Las dos cosas pueden ser buenas o malas, por sí mismas no dicen nada. El gran debate es quién está en el centro de las preocupaciones, para quién se gobierna si para liberar las fuerzas del trabajo y la producción o para alimentar la máquina de impedir y de acogotar a los trabajadores y a los empresarios. Este Estado no es social, es parcial: cobra mucho y devuelve nada. Juega al empresario y se funde con plata ajena. Y el FA lo único que atina es a hablar de poner más impuestos.

Esta es la diferencia de fondo: definir qué es más importante la persona o el Estado. En definitiva la libertad.

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