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Equipo o unipersonal

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JAVIER GARCÍA
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Por mejor que sea el candidato, en el siglo XXI, no alcanza. Debe ser bueno, además, para saberse rodear y ser buen director técnico. Si en algo todos coinciden, es que el mejor equipo de gobierno es el que reunió el Partido Nacional.

No hay candidatura sin candidato, es obvio, pero no alcanza.

Años atrás el carisma y la convocatoria era casi lo único que sellaba la suerte de un Partido. Fulano de tal, ¡qué carisma que tenía!, ¡qué discursos! Eso hoy no basta, ni es lo más importante, por suerte. El gobierno es la expresión más alta de la política, donde se concreta una visión nacional. El ejercicio de gobierno es tarea científica. Las respuestas se deben dar todos los días y a una alta velocidad, y sobre preguntas que antes no existían, que desaparecen para aparecer otras más nuevas en poco tiempo. La propia existencia de las redes sociales e internet hace que el conocimiento se difunda con vorágine y lo que antes llegaba por el correo ahora llegue instantáneamente.

No hay lugar, tampoco, para el ensayo y error, en cada equivocación hay lastimados y perjudicados con nombre y apellido.

Los equipos son un freno al instinto, que puede servir para la respuesta general, pero no para la gestión de gobierno. El “me parece” no va más. Ni somos tan grandes como país ni deberíamos ser tan soberbios como para creer que podemos inventar muchas cosas. Las respuestas están, el mundo es inmenso e inteligente, lo que hay que tener es la gente preparada para saber dónde encontrarlas. Estos gobiernos del FA, que amanecieron rodeados de una aureola de representar lo mejor de la inteligencia y la intelectualidad universitaria, fueron en varios ámbitos un mar de improvisaciones y payadas. O la gente que sabía no pudo imponerse o no sabían tanto. Los resultados de la gestión fueron muy malos, a veces camuflados por el ciclo económico positivo pasaron más desapercibidos, porque la plata tapó las macanas. Cuando bajó el agua, empezaron a verse las piedras.

Los equipos son un contenedor de certezas donde chocan los recién llegados ansiosos de poder, que recomendados a último momento cuando la ola de la victoria se acerca empiezan a frecuentar ámbitos de decisión, y terminan siendo muchas veces el dolor de cabeza de los gobiernos. Son por eso gente probada, que sabe el rumbo, pero además las reglas de juego éticas.

Cuando las incertidumbres regionales y mundiales están arriba de la mesa, un candidato dice mucho y mucho más si quienes lo rodean son sólidos en sus especialidades.

Los próximos cinco años van a ser de vientos fuertes, hay que estar muy bien agarrados, tener claro el rumbo y enfrentar los problemas sin vaivenes y dudas. Hoy el candidato del gobierno está solo, su partido le soltó la mano, su imagen es la del hombre dubitativo, tembloroso, frágil. A sus generalidades se suma su falta de carácter para liderar a su partido. Martínez intenta ir para un lado, pero la mayoría abrumadora del FA, que es del MPP y del Partido Comunista, va para otro con decisión y sin que le importe nada: ni ganar ni el candidato. Su proyecto es ser los más grandes de un partido más chico.

Partido político, candidato, equipos, hoja de ruta política y de gestión firme y transparente y reglas éticas claras. El gobierno no es un stand up político, no es un monólogo genial. Es una obra humana colectiva con liderazgo político. Eso se llama certeza.

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