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Corrupción buena

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Dice Mujica, en su nuevo libro, “Lula no es corrupto como sí lo era Collor de Mello y otros ex presidentes brasileños”. Sin embargo le contó a sus autores, los periodistas Danza y Tulbovitz, que Lula le confesó a él y a Astori cómo había tenido que “lidiar con muchas cosas inmorales, chantajes”.

Dice Mujica, en su nuevo libro, “Lula no es corrupto como sí lo era Collor de Mello y otros ex presidentes brasileños”. Sin embargo le contó a sus autores, los periodistas Danza y Tulbovitz, que Lula le confesó a él y a Astori cómo había tenido que “lidiar con muchas cosas inmorales, chantajes”.

Y con dolor, relata, justificó el “mensalao”, es decir los sobres de plata corrupta que le hacían llegar los ayudantes y ministros de Lula a varios legisladores para que votaran las leyes que mandaba. “Esa era la única forma de gobernar Brasil” le aseguró Lula. “El mensalao también es este país, todo es a lo grande”, cerró el ex presidente brasileño, según contó Mujica.

Ahora a llorar al cuartito, dirá Lula, por confiarle que fui corrupto a Mujica, del que no sabía que me iba a traicionar y publicar mi confesión. Seguramente estas declaraciones van a ser una bomba en Brasil, ya la recogen varios medios allí. No sería extraño que Mujica y Astori, que también estaba presente, sean invitados a declarar sobre esa causa que llevó a la cárcel a varios jerarcas de Lula y que a este le golpeó en la puerta. Ahora Mujica lo entregó para que le pusieran las esposas. Allá él.

Paréntesis aparte, agrego que en el mismo libro Mujica justifica la posición uruguaya de suspender a Paraguay del Mercosur en virtud de que los servicios de inteligencia cubana y venezolana le demostraron que en aquel país se produjo un “golpe de Estado”. Es un chiste mujiquista esto de decidir la suerte de Paraguay por la información de dos reconocidas “democracias” como la de Cuba y Venezuela. Esos dos defendiendo la libertad y Mujica les creyó. Pobre Uruguay. Cierro paréntesis.

Vuelvo a la interesante concepción de honestidad pública que relató nuestro ex presidente. Collor de Mello y otros son recontra corruptos, y es así porque no son de izquierda. Si los sobres de plata corrupta los entrega la derecha merece cárcel. Si los entrega Lula es en procura del bien común, son sobres de corrupción para defender a los pobres y los planes sociales. Lula, interpreta Mujica, en verdad sabe que es malo, pero lo chantajearon, al pobre no lo dejaban dormir de noche las presiones y en definitiva es un compañero tornero, salido de abajo que presidió un país inmenso, así que si la coima era grande no era más que acorde a lo magnífico de ese territorio querido. Podía justificar también que como los sobres eran de papel manila, amarillos, estaban bien porque son los colores de la camiseta penta campeona del mundo.

Mujica del que Lula se debe estar arrepintiendo de haberle confiado cosas, no cree ni nunca creyó en la democracia como sistema de convivencia sustentado en el Derecho. Solo piensa y le importa el poder. En su enorme soberbia personal se cree impune. Todo en el es pose, cáscara vacía, para justificar una concepción enferma de poder.

Su fin es tenerlo y para ello es justificable el “mensalao” y la corrupción porque son de izquierda. Por eso no hay que sorprenderse de sus ordinarieces y dislates cada vez mayores. Son los de siempre, que compraron unos cuantos aquí y afuera. Fruto de un marketing político excepcional llegó a presidente democrático quien no cree en la democracia y exige honestidad solo a sus adversarios, mientras justifica la corrupción de sus amigos. Mujica solo cree en la conquista del poder, puro y duro, aún corrupto. ¿Premio Nobel de la Paz? JaJa.

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Javier García

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