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El círculo rojo

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JAVIER GARCÍA
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Las malas copias nos rodean. En Argentina los analistas denominaron como “el círculo rojo” a un grupo de poderosos de diverso rubro que frecuentaban e influenciaban en el gobierno y en la opinión pública, en definitiva, que tenían poder.

Podían ser sindicalistas, periodistas, empresarios y obviamente políticos.

Por estas horas, aquí, se empieza a construir nuestro círculo rojo criollo, este con una particularidad: está basado en el poder perdido. Es parte de esos círculos de poder que durante 15 años les fue muy bien con los gobiernos del FA, que construyeron un relato a la medida de esos gobiernos y que con debida diligencia cada vez que surgía una mancha en el tigre, lanzaban su rugido que siempre terminaba en lo mismo: antes era peor. La herencia maldita neoliberal es la culpable.

Los que se van del poder se resisten a dejar sus mieles, y por lo tanto ya empezaron, en cuestión de horas, a construir su posverdad: un relato donde las creencias personales distorsionan la realidad a su gusto para presentarla como verdad. Digamos que es una mentira con apellido ilustre.

No hay argumento, nada concreto, objetivo, es simplemente una sensación de vacío que los aqueja porque la gente decidió el cambio. Están enojados con la democracia. Y se resisten a irse, a dejar las prebendas, los contratos, los despachos, los viajes y los viáticos. Y por eso, a un mes de que asuma el nuevo gobierno, sin haber tomado obviamente ni una sola medida, ya es depositario de todos los males y de las peores cosas, No hay una sola resolución tomada, pero Uruguay ya retrocedió. La posverdad. Y apelan a la mentira. La reiteran tanto que al mejor estilo del despreciable Goebbels la quieren transformar en verdad. Cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá, enseñaba.

Entonces ahora, en una frase que debería quedar en los anales de la cátedra, según el presidente del Frente Amplio la ley de urgente consideración “le hace mal a la democracia”. Vaya a saber por qué peregrino razonamiento llega a la conclusión que una ley prevista en la Constitución, le hace mal…a la Constitución. Es la posverdad de Miranda. La ley no es mala porque decida tal o cual cosa, sino simplemente porque se le ocurre a él. Y tan mala que aún sin haberse aprobado ni un solo artículo es inconstitucional y debe plebiscitarse. A algunos los marea las alturas y a otros, también, cuando ven el llano en el horizonte.

Una nota de un medio digital titula un delirante artículo de un periodista que tuvo notoria participación en el MLN, Blixen, con este título: “Lacalle Pou podría convertir a Uruguay en un narcoestado forajido”. Desde allí y con esa pista de lanzamiento termina en una fantasía que esa sí que no hay anal que se atreva a registrar.

Es gracioso (porque para enojarse uno debe estar frente a cosas serias) que aquellos a los que se les fugó caminando y por la puerta de la cárcel Central el principal narcotraficante, Morabito, tengan tanta soltura de cuerpo. Defienden a un gobierno donde le avisaban de Europa que los contenedores de coca les pasaba por los bigotes y ni se enteraban. ¿Y nos critican? Dedicaron, además, buena parte del tiempo a aplaudir y hacer negocios con un gobierno infestado por la narco corrupción y los paramilitares, como el venezolano, y resulta que pretenden dar cátedra sobre democracia.

Este círculo es rojo, sí, pero de vergüenza que da.

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