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Una carta y su respuesta

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El presidente tuvo la oportunidad, pero no quiso aprovecharla. Pudo corregir un signo de su presidencia que lamentablemente ya es sello de origen, su aislamiento, pero prefirió seguir en su burbuja. Eligió la ironía y en buena medida la burla. No dio la talla.

El presidente tuvo la oportunidad, pero no quiso aprovecharla. Pudo corregir un signo de su presidencia que lamentablemente ya es sello de origen, su aislamiento, pero prefirió seguir en su burbuja. Eligió la ironía y en buena medida la burla. No dio la talla.

Nuestro compañero, el diputado Martín Lema, se puso al hombro un tema importante: el financiamiento por el Estado de los medicamentos de alto costo. Estos fármacos se utilizan para enfermedades como el cáncer y otras crónicas degenerativas que implican un deterioro muy serio. La gravedad de estas enfermedades lleva de la mano la alta tecnología que implican los fármacos que se utilizan, y por eso son muy caros. Inaccesibles para casi todos los pacientes y sus familias. Saber que se está muy enfermo, que hay un medicamento que puede ayudar, quizás no curar, pero sí prolongar la vida significativamente o mejorar su calidad y que no se pueda llegar a él, es otra tragedia que se suma a la enfermedad. Es como un castigo por no ser rico, porque solo siendo rico se pueden pagar estos tratamientos. Por lo tanto, es una fuente de injusticia y desigualdad, que en este caso es una cuestión de vida o muerte. Liso y llano.

Nadie dice que los dineros públicos sean infinitos, sino que racionalmente la sociedad debe poner prioridades y decidir adónde destina recursos. Y esa es una decisión que se toma desde la política, como toda decisión democrática. Debe ser una decisión objetiva, genérica, no puede haber un criterio para decir sí a unos y no a otros, debe ser transparente y con garantías. No puede además someterse a una persona enferma a recorrer juzgados, tribunales de apelaciones y contratar abogados, porque no hay derecho a agregar sufrimiento y trabas a quien ya tiene bastante dolor encima. Y tampoco es razonable que se impida, con una argucia legal, ir a la Justicia si es el último recurso para ampararse ante una decisión que cree arbitraria. No es en una ley de Presupuesto que se resuelven estas cosas, porque no es cuestión de números, sino de razones, de políticas de salud y de cobertura de un sistema que se enfrenta a una revolución tecnológica que no la va a parar un artículo de la ley de Presupuesto. No es para discutir metido en el medio de 750 artículos que van desde el Instituto de Meteorología hasta los juegos de azar o el Ministerio de Turismo.

Es un debate profundo y un desafío de la bioética al que nos enfrentamos. Para tener profundidad en este debate y respeto a las personas que están sufriendo, es que Lacalle Pou le pidió al Dr. Vázquez retirar estos artículos de la ley de Presupuesto. La respuesta no tardó, lo cual está bien, pero su contenido no es propio de quien ejerce la Presidencia de la República. Quizás se enojó porque le recordó su condición de oncólogo que lo debería sensibilizar y no justamente encerrarse en una posición que limita derechos a personas enfermas y las condena a no acceder a medicamentos que seguramente él debió haber indicado alguna vez, pero a los que la mayoría no accede.

Además perdió la oportunidad de romper ese círculo de soledad y soberbia que le impide dialogar con dirigentes políticos que merecen tanto respeto como él, aunque pensemos diferente a él. No se ironiza ni hay lugar para burlas como las que escribió, cuando de enfermedad de gente se habla. Es una pena pero el presidente, cuando ejerce así, no es presidente.

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Javier García

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