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Bonomi tercerizado

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JAVIER GARCÍA
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Martínez intentó sorprender y resultó que la novedad, como dicen los periodistas, es “un refrito”. La gran noticia es que en su hipotético gobierno el ministro de Interior sería nuevamente Bonomi, pero tercerizado.

Es que eso es el principal asesor y alter ego, el sociólogo Leal, la versión tercerizada de Bonomi. Si en algún campo de la vida nacional se necesita un cambio urgente, y profundo, es en seguridad.

Terminar esta tragedia implica dejar de lado los fracasos y a los fracasados, en cualquiera de sus versiones. El plantel protagónico lo integraron Bonomi, Leal, Layera y Vázquez hermano. Son los responsables del récord histórico de violencia en el país. Los que prometieron en la campaña electoral pasada bajar las rapiñas 30% para que terminaran subiendo en forma imparable más de 48% y un 54% los homicidios. Son ellos y no otros los responsables. Fueron los que transformaron los operativos en shows mediáticos donde sobrevolaban helicópteros por los barrios, y los blindados aparecían, eso sí, cuando ya la prensa estaba debidamente avisada para filmar.

O los que cuando asesinaban a un policía le echaban la culpa a la víctima y no al homicida, para dejar sola, siempre, a la familia sin darle la más mínima solidaridad que un jerarca debe brindar. Ese plantel, que muta su piel pero no su cabeza, es el mismo que sostuvo en la Torre Ejecutiva, cuando fuimos convocados por el presidente en 2016, que las bocas de pasta base son un fenómeno social que hay que comprender, casi que con compasión. Son los mismos a quienes le pasan toneladas de cocaína por delante de sus ojos, que entran y salen en contenedores o aviones y ni se enteran hasta que les avisan de Europa cuando ya está allá. Los mismos genios que dan clases de seguridad y autoridad, de “hechos y no palabras” al decir de Martínez, y se les escapa en una fuga preparada y corrupta, de plena cárcel central, de arriba del despacho del jefe de Policía de Montevideo, el principal mafioso que tenemos preso, que después de comer unas mozarelas en Punta Carretas se las toma sin dejar rastro.

Este plantel se entera de todo leyendo los diarios y todavía ponen cara de sabiondos. Desmantelaron las comisarías y crearon la policía a control remoto, las regionales, que terminan siendo grandes burocracias que desconocen los barrios y su gente. El sociólogo Leal nos dijo hace tres meses que volver a las comisarías era como poner un video club en época de Netflix. Se ve que instaló uno, porque hace quince días anunció con Martínez que se dieron cuenta que las comisarías son importantes.

Layera, un hombre que no dudó en arrodillar el uniforme policial para ponerlo al servicio de su partido político, sermonea diciendo que nadie puede decir que siente temor, ni está con miedo de ser violentado. Hace reclames para el FA y permite que el cercano a Bonomi jefe de la Republicana pose uniformado en un spot notoriamente electoral. Declara contra la oposición y hace los méritos para que no se olviden de él. Esfuerzo indigno y estéril. Nadie se acordará de su gestión en poco tiempo.

Eligieron a un hijo dilecto de este equipo para mantener el poder allí. Bonomi y el MPP posaron su mirada en Leal. Y Martínez, en este caso sin los notorios y públicos balbuceos, aceptó inmediatamente. Una originalidad: sería el primer ministerio con ventrílocuo, el que manda y habla, en verdad está atrás.

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