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Un nuevo capitalismo II

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isabelle chaquiriand
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Con la crísis del 2008, el mundo se cuestionó si el capitalismo no habría llegado a su fin. La crísis de hipotecas subprime (o crísis de las hipotecas basura) arrastró al mundo a la recesión, con algunos de los países más industrializados a la cabeza.

Además de culpar al sistema económico, muchos miraron a las escuelas de negocios y cuestionaron qué clase de profesionales estaban formando. ¿Acaso vale todo con tal de hacer dinero? ¿Es culpa del capitalismo o del capitalismo mal aplicado?

A eso se sumó el cambio climático y la contaminación global como resultado de los procesos productivos utilizados, del consumismo y el estilo de vida moderno; la desigualdad, la concentración de la riqueza e infinidad de síntomas de un mundo al que se le está fundiendo el motor por exigirle mal y demasiado.

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), encuentro anual de líderes mundiales, celebró en 2020 su 50 aniversario. Allí reforzó su compromiso de empujar la “reforma” del capitalismo. Uno más sostenible, equitativo y justo. “Somos muchos los que hemos visto que esta forma de capitalismo ya no es sostenible”, afirmó Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo de WEF.

Esta nueva versión que denominó el “stakeholder capitalism”, es un modelo económico en el que el objetivo de las compañías no solo responde ante sus accionistas sino hacia toda la sociedad. Hoy podemos ver que esta tendencia a la autocrítica del capitalismo parece irreversible, más ante la creciente exigencia de toda la sociedad. Los riesgos no financieros ocupan y preocupan cada vez más a las empresas porque sus consumidores, gobiernos y trabajadores se lo están reclamando ¿Estamos en el punto de inflexión de una revolución que está modificando los modelos de producción y de consumo ?

Para que eso suceda, el mundo requiere empresarios y directivos que estén persuadidos de la importancia del medioambiente y el impacto social como parte de su propósito, de su razón de ser.

El WEF marcó una posible agenda: siete grandes temáticas para lograr un capitalismo más consciente, sostenible y cohesionado, que incluyen nuevos desafíos para empresas, gobiernos, desarrollo tecnológico, futuro del trabajo, cuidado de la salud, geopolítica y economía.

Las empresas no solo deben responder ante los accionistas, sino que deben responder a todos los grupos de interés: consumidores, trabajadores y empleados, además de toda la sociedad. De este modo, las empresas deben considerarse a sí mismas como algo más que unidades económicas que generan riqueza. Cuestiones como el respeto por el medioambiente, la lucha contra el cambio climático, la tolerancia cero a la corrupción, la inclusión y diversidad en el trabajo, tienen que estar en agenda.

Estamos en el momento histórico donde ya no solo importa el qué, sino el cómo. El punto de inflexión donde la ética y los valores toman otra relevancia.

Solo el tiempo dirá si el cambio es real, y transformador o son sólo aspiraciones con slogans de un marketing edulcorado. Pero la diferencia no la definen solamente grandes nombres con pomposos títulos en Davos. El poder de definirlo, lo tenemos todos y cada uno de nosotros en las decisiones que tomamos cada día en nuestras vidas.

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