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Entre lo legal y lo moral

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isabelle chaquiriand
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El período electoral es la zafra de la auditoría de la moralidad.

Es cuando aparecen más casos que cuestionan la ética, la moral o incluso la legalidad de algunas acciones de personas vinculadas a la política. “Pero, no está haciendo nada malo. Es legal” es la defensa más escuchada. Sin embargo, esa respuesta muchas veces no es suficiente para que no quede en el cuestionamiento público.

La relación entre ley civil y ley moral ha sido una cuestión siempre presente en la reflexión político-jurídica. En general no genera conflicto en temas relacionados con el derecho fundamental de la vida y su protección universal (temas de vida o muerte), pero sí genera diferencias en temas menos extremos. Se cuestiona si determinado accionar está “bien” o está “mal”, estando dentro del marco de la ley.

O incluso, si determinadas acciones están “bien”, aunque no sean legales. Por alguna razón, a pesar de tener un marco legal sólido y válido, lo legal no siempre coincide con lo que se entiende como correcto.

Este conflicto se da porque la ley civil y la ley moral no obedecen a la misma lógica práctica. La ley civil está para hacer posible la vida de los hombres en comunidad. El derecho prescribe leyes como resguardo de determinados cumplimientos, para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos, bajo el entendido de que no deben quedar librados a la buena voluntad de los sujetos, sino que requiere de una fuerza pública que los obligue. Es una coacción exterior que asegura los principios básicos de convivencia.

La ley moral, por otra parte, distingue lo que es bueno o malo en las distintas acciones humanas, orientando el obrar de la persona hacia el bien que perfecciona al agente, es decir, hacia la virtud moral.

Sus normas están en la esfera de la intención de los sujetos. Es una coacción interior y quien la guía es la conciencia.

Dicho de otra manera, la ley moral regula el obrar mirando a la bondad de los propios actos y la ley civil regula las relaciones entre los individuos mirando el bien común. La bondad de los propios actos incluye el hacer el bien a los demás, por eso la ley civil generalmente es moral. Pero la acción civil no se propone hacer buenos a los hombres, por eso no siempre se da lo contrario.

La ley civil es un marco necesario, pero no suficiente para obrar bien.

“En ningún ámbito de la vida la ley civil puede sustituir a la conciencia ni dictar normas que excedan la propia competencia.” decía Juan Pablo II en el Evangelium Vitae. Es decir, que sea legal no es suficiente para que sea ético o moral, porque actuar de acuerdo con la ley o con la ética no siempre es la misma cosa.

Porque el comportamiento ético es cuando se respetan las leyes escritas y las leyes morales al mismo tiempo, no basta con cumplir la ley solamente. Corresponde a los propios individuos ejercer su propia conciencia en la búsqueda de lo que está bien, y no descansarse en la ley como único referente de ética y moral.

Por lo que, la próxima vez, esperamos una defensa o argumentación un poco más desarrollada que simplemente el “es legal” a la hora de justificar un comportamiento que a la luz de la ciudadanía no es correcto.

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