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El impacto de organizar la Copa

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isabelle chaquiriand
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El mundial de Catar ha sido muy cuestionado, incluso desde antes de empezar. Las denuncias de corrupción o las muertes durante la construcción de los estadios, parecen un alto costo por organizar un campeonato de fútbol.

Pero no es la primera vez que hay ruido en torno a la organización de un mundial. No hace tanto, en Brasil, los propios ciudadanos cuestionaron la necesidad de destinar millones a la organización de la copa mundial de fútbol, cuando el país tenía infinidad de necesidades básicas sin resolver. En cada mundial, la misma pregunta queda rondando: ¿por qué un país haría un mundial?

El doctor en economía y director de carrera de la Universidad Católica del Uruguay, José Manuel Paz y Miño, relevó los estudios sobre el impacto que generan los mundiales en las economías que lo organizan. Por un lado, existen ciertos beneficios evidentes: mejoramiento de la imagen país (todos quedamos boquiabiertos con las imágenes de Catar en las pausas de los partidos, sorprendidos con la amabilidad de Rusia y encantados con el espíritu sudafricano), ingresos por turismo (aumentan las visitas durante el campeonato y los primeros años luego del mundial), reactivación de sectores específicos de la economía (industria de la construcción, por ejemplo).

Pero estos beneficios no están exentos de costos: hay que invertir en los requerimientos de la FIFA para ser el país organizador, en la construcción de estadios, entre otros.

Le cuento el final del cuento: cuantitativamente hablando, los costos exceden los beneficios, o, al menos, no hay evidencia para decir lo contrario. Hay varios costos ocultos a tener en cuenta.

Por un lado, están los efectos de crowding out en turismo y/o gastos: los turistas que van al evento vs turistas que dejan de ir porque, justamente, está el evento. Por otra parte, los residentes bajan el consumo de ciertos servicios debido a la congestión generada por turistas. Luego, el incremento en la demanda concentrada en algunos servicios y productos, y siguiente incremento en beneficios, puede acrecentar la desigualdad y hacer más agudo problemas redistributivos. Y finalmente, el costo de oportunidad. ¿Se pudo invertir ese dinero en otras actividades con mayor retorno social?

Por otro lado, intangibles como orgullo o unidad nacional también son importantes, además de que la percepción de un país organizador cambia. Y esto impacta no solo en turismo, si no también en otros indicadores empresariales.

Entonces si lo económico no cierra o no queda claro, ¿por qué efectivamente se realizan estos eventos? Según Paz y Miño, posiblemente deban esbozarze razones de política. Primero, objetivos de marca país difíciles de medir pero que pueden posicionar al país en un contexto internacional. Segundo, los residentes de un país no perciben directamente los costos de la organización aún cuando éstos se pueden traducir en posteriores ajustes fiscales y tributarios. Por lo tanto, dependiendo de la redistribución de los beneficios del evento, todo el país financia un evento que genera beneficios directos en sólo algunos sectores.

Así que a la hora de pensar en si realmente queremos ser sede del mundial del 2030, habrá que dejar la pasión futbolística de lado y hacer algunos números antes.

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