Publicidad

¿Qué esperar de las empresas? (III)

Compartir esta noticia
SEGUIR
isabelle chaquiriand
Introduzca el texto aquí

La infinidad de pedidos de intervención que los empresarios pueden llegar a recibir diariamente son inconmensurables. La regulación, la opinión pública y la sociedad son cada vez más exigentes con los ámbitos de responsabilidad que las empresas tienen que cubrir.

La duda es siempre la misma ¿es parte de la responsabilidad de la empresa hacerse cargo de todos estos temas? ¿Hasta dónde les podemos exigir?

Una respuesta puede encontrarse en un principio más conocido entre los teólogos que entre los políticos, que es el de subsidiariedad. Este encuentra su fundamento teológico-filosófico en Santo Tomás de Aquino, que incluye primero una prohibición: todo lo que cada uno puede realizar por sí mismo no debe ser transferido a otro nivel. Pero tiene también un sentido positivo: cuando la capacidad de una acción comunitaria es insuficiente, la comunidad más cercana debe ayudar a la primera a desarrollar la capacidad hasta que pueda hacerlo por sí misma. La etimología del término subsidiariedad significa soporte y no sustitución.

El caso quizás más ejemplificador es el de la responsabilidad de un niño. ¿Quién es el primer responsable? Primero y antes que nada, el propio niño. Pero dada la corta edad e inmadurez para asumir esa responsabilidad, los que quedan “primeros en la fila” son los padres. Por lo tanto, subsidiariamente ellos son responsables de su educación, la cual cesa cuando el niño se vuelve adulto. Si el niño menor de edad fuera huérfano o sus padres lo hubieran abandonado, el “siguiente en la fila” sería un abuelo, si no lo tuviera entonces sería un tío y en caso que no haya nadie, recién ahí aparece el Estado. A medida que el que va quedando primero en la fila no responde, hace caer la responsabilidad moral en el siguiente, como círculos concéntricos.

Bajo esta perspectiva, para que la solidaridad sea eficaz, esta debe ir siempre acompañada por subsidiariedad. Porque la solidaridad sin subsidiariedad puede volverse fácilmente asistencialismo, mientras que la subsidiariedad sin solidaridad corre el peligro de alimentar formas de egoísmo.

Por eso, la primera pregunta que las empresas deben hacerse es sobre quién son subsidiariamente responsables con anterioridad a otros. Una respuesta es primero y antes que nada sobre sus accionistas y colaboradores; luego sobre sus clientes y proveedores; después sobre su comunidad más cercana; y así sucesivamente.

Las empresas no tienen que hacer el trabajo del gobierno, de las instituciones educativas, ni del tercer sector si antes no hacen bien lo que tienen que hacer: ser un lugar donde se trabaja y se trabaja bien; donde se genera conocimiento que aporta a toda la sociedad; y donde se es sustentable en largo plazo. Y esta es la principal responsabilidad social que una empresa debe cumplir. Porque además, si eso se hace bien, será más útil para los sucesivos círculos concéntricos.

Ahora, ¿cómo se aplica el principio de subsidiariedad en cada caso particular? Cada empresa tendrá que buscar internamente el equilibrio y la respuesta. Las obligaciones que se tienen en cada momento están definidas por una serie de circunstancias propias del contexto y del caso particular. Pero la idea de los círculos concéntricos de la responsabilidad subsidiaria puede ayudar a encontrar la respuesta.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumIsabelle Chaquiriand

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad