Aturde. La cantidad de casos de abuso sexual infantil en las noticias se han vuelto imposibles de procesar. Posiblemente no es que haya más casos, sino que hay más denuncias. Pero lo que sí está claro es que ya dejó de ser un caso aislado, es algo de todos los días.
Muchos bajamos el volumen de la televisión; no hacemos clic para leer la nota. No es que no queramos saber, es que ya no lo podemos procesar. Nos paralizamos porque estamos acalambrados. Hasta que un día alguien muy cercano le pone nombre y apellido al abuso y podemos ver que tiene cara y rostro. Podemos ver las cicatrices del dolor y sus secuelas. No es algo que “le pasa a otros”, está más cerca de lo que nos parece. El silencio es supervivencia, pero también invisibiliza y es su mayor fortaleza.
De acuerdo con el último informe del Sipiav, en 2019 se registraron 4.774 situaciones de maltrato y/o abuso sexual hacia niños, niñas y adolescentes; esto son 13 situaciones por día, una situación cada 1:50 hrs. Un poco más de la mitad tenía menos de 12 años, todavía están en escuela primaria.
Y el 17% tenía entre 0 y 5 años, son bebés, niños pequeños, están en jardín de infantes, pero ya fueron violentados. El 76% de las situaciones de violencia es recurrente, siendo el abuso sexual el más frecuente. Y lo más frustrante es que el 60% de las víctimas no perciben que se encuentran en situación de violencia, no entienden lo que está sucediendo y no se dan cuenta que no debería suceder.
Posiblemente por la edad, pero también porque el 91% de los agresores son familiares directos o del núcleo de convivencia.
Nelson Mandela decía “No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus niños”. Y así está el alma de la nuestra.
Toda esta situación es aún más complicada en el marco de la emergencia sanitaria y las medidas de aislamiento y suspensión de la asistencia a centros educativos. Quedarse en el hogar por más tiempo y la imposibilidad de acceder a otros espacios de contención, protección y detección, deja a los niños en una situación de vulnerabilidad aún mayor.
Un grupo de jóvenes del Partido Nacional que desde 2018 trabaja en temas de derechos humanos, en particular políticas de infancia, estudió el tema y propuso una campaña de concientización y prevención de la violencia intrafamiliar hacia niños, niñas y adolescentes. Buscan proveer con herramientas a los niños para ayudarlos a distinguir esas situaciones en donde están siendo violentados, basados principalmente en contenidos audiovisuales en los medios de comunicación, plataformas digitales y educativas, entre otros medios en los que participan los niños y adolescentes.
También prevé la formación de personal de salud que asiste a domicilio para poder detectar posibles situaciones a tiempo.
Luego de tantas confrontaciones por la LUC y del agotador ring electoral que no termina más, se abre una luz de esperanza y de señal de madurez política al ver que el proyecto de ley que crea esta campaña ingresó al parlamento con el apoyo de todos los partidos políticos.
Ojalá los niños estén por encima de los intereses particulares, de una vez por todas. No podemos dejarlos solos, durmiendo con el enemigo.