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“Actitud mata talento”

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ISABELLE CHAQUIRIAND
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El 22 de febrero, tuvo lugar en Punta del Este una nueva edición del American Business Forum.

Bajo esa alta expectativa, unas 5.000 personas nos dirigimos hacia el este del país a escuchar a personalidades que iban desde los empresarios Francisco De Narváez, hasta speakers menos empresariales, pero más llamativos, como Sergio “Maravilla” Martínez, Natalia Oreiro, o Gabriel Battistuta. Por supuesto, sin olvidar a Sophia, la primera robot ciudadana.

Todos los oradores hablaron de su historia personal y su trayectoria profesional. Reflexionaron sobre los aprendizajes de los momentos difíciles y sobre su definición de éxito. Todos con realidades muy diferentes, en distintos rubros y contextos muy diversos. Pero todos, absolutamente todos, coincidieron en un punto de sus charlas: le otorgaron a su instinto, a su actitud y a su intuición el secreto de su éxito.

Según De Narváez, “el instinto es lo que permite innovar en el mundo de hoy donde no hay certezas”. Es lo que nos permite transcender, reaccionar ante la adversidad en un contexto de incertidumbre. En esa misma línea Trouvels, afirmó que “los números sirven, pero la intuición es la que te guía”.

Eva Hugues por su lado, fue categórica afirmando que “actitud mata talento”, mientras que “Maravilla” Martínez, haciendo un paralelismo con el deporte, dijo que “el mundo se mueve gracias a la gente que tiene actitud”, y no dudó en afirmar que hoy en día tenemos una crisis de actitud, de ahí que haya tanta necesidad de ansiolíticos y antidepresivos. Después de casi 10 horas de charlas, con speakers muy diferentes, el factor común de todos los ponentes fue: la actitud, la intuición, el instinto. Muchos años antes de este foro, un señor llamado Henry Mintzberg, doctor en MIT, se puso a observar a los gerentes para comparar su trabajo real con lo que los libros decían. Mintzberg cambió para siempre la manera de ver el management como una combinación de ciencia, arte y oficio; donde ciencia corresponde al conocimiento sistemático (el que aprendemos estudiando); el oficio implica una práctica que se aprende a través de la experiencia; y el arte como la creación de una visión a partir de la intuición. Es decir, el “management” exitoso recae en estas tres esferas y una no sustituye a la otra, sino que se hace necesaria.

Entre las ponencias del foro se presentó también Sophia, la primera robot ciudadana. Que más allá de tener una charla con su entrevistador, a más de uno nos corrió sudor frío por la espalda, viendo de primera mano cómo la sustitución del hombre por la tecnología está más cerca de lo pensado. Incluso más allá del mundo laboral, ya que Sophia afirmó que está de acuerdo en que los seres humanos se casen con robots.

Nunca antes había identificado un mensaje tan claro y unánime entre los expositores, que se basa en lo más básico del ser humano que es el instinto. Y casualidad o no, allí se presentó a un robot ciudadano. Si todos los disertantes incluido Minztberg tienen razón, por más cercana que esté la inteligencia artificial a la predicción de situaciones, no podrá sustituir al instinto. Por ello, entre otras cosas, la máquina no podrá remplazar al hombre, porque no tiene instinto, actitud o intuición. Habría que preguntarle a Sophia a ver qué opina.

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