¿Cómo se hace para que la economía uruguaya vuelva a crecer, algo ausente desde fines de 2014? La economía crece cuando surgen oportunidades de negocios que son aprovechadas por nuevas empresas y por las empresas ya existentes.

Hay una amplia literatura que analiza la relación entre emprendimiento y crecimiento económico, aunque los resultados no son concluyentes. Los efectos analizados sí son contundentes para estudios enfocados en países avanzados, pero el impacto del emprendimiento sobre el crecimiento económico no está claro para economías en desarrollo.

En una investigación del IEEM-Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo, realizada junto con Leonardo Veiga, estudiamos el impacto del emprendimiento productivo en el crecimiento en América Latina. Para poder medir el efecto genuino del emprendimiento en el crecimiento económico fue necesario extraer la parte del crecimiento del PBI que se explica por factores externos, tales como tasas de interés global o los precios internacionales de los alimentos. Aislar el efecto del contexto es muy importante para los países de América Latina, una región en donde los factores externos tienen gran influencia en las variaciones del PBI.

La evidencia analizada sugiere que la actividad emprendedora que llega de la mano de la creación de nuevas empresas no tiene un impacto relevante sobre el crecimiento económico de corto plazo. Sin embargo, la actividad emprendedora que se realiza en empresas ya existentes sí tiene impacto positivo y significativo sobre el crecimiento del PBI.

En términos generales, la actividad emprendedora necesaria para buscar y desarrollar nuevas oportunidades de negocios se manifiesta no solo a través de la creación de nuevas empresas sino también dentro de empresas establecidas. Tener a disposición los recursos de empresas en funcionamiento es una ventaja importante en países que no tienen desarrollados los mercados de capital de riesgo locales.

La relevancia del “intraemprendimiento” está en línea con la evolución del pensamiento de Joseph Schumpeter en cuanto al papel que le asignada al emprendedor/innovador en el crecimiento económico.

Schumpeter, que fue pionero en los estudios rigurosos sobre el impacto de la actividad emprendedora, originalmente pensaba que eran los emprendimientos independientes los protagonistas en este proceso, pero luego asignó ese papel a los emprendedores dentro de las empresas. Eso fue debido a que eran las empresas instaladas en donde existían las capacidades de investigación y desarrollo que permitían traducir rápidamente ideas originales en nuevas líneas de negocio.

El crecimiento de las empresas requiere la generación de nuevos productos y nuevas unidades. El papel del “intraemprendimiento” no solo depende de la estructura y calidad de las instituciones locales, sino también del nivel de desarrollo del país en donde están instaladas. Las empresas de los países en desarrollo tienen mucho margen para aumentar la eficiencia si aprovechan las oportunidades para productos existentes y si incorporan innovaciones ya desarrolladas en el resto del mundo.

El éxito del proceso de emprendimiento interno es consecuencia de que existan los incentivos alineados para su generación. Depende de que las empresas adopten, adapten y utilicen exitosamente la tecnología desarrollada a nivel global. Y aquí entran a jugar la formación de los trabajadores y empresarios, los costos de producción, el acceso al financiamiento y políticas públicas.

En todo este proceso la inserción internacional juega un rol protagónico. La evidencia muestra que la apertura comercial se traduce en desarrollo económico al sofisticar y mejorar la calidad de la producción local, que viene de la mano de la innovación asociada al “intraemprendimiento”. No por casualidad los países con empresas más innovadoras abiertas al comercio exterior son los más dinámicos y los que su población presenta los mayores niveles de calidad de vida.

Hace un par de años, en un artículo publicado por la revista científica canadiense The Innovation Journal, presentamos evidencia empírica de que una mayor apertura comercial de los países genera incentivos para que las empresas desarrollen un mayor nivel de innovación. En economías como la uruguaya, la incorporación de tecnología del exterior tiene gran impacto sobre la capacidad innovadora, esencial en el proceso de “intraemprendimiento”. Profundizar lazos comerciales con economías avanzadas sería fundamental. El reciente viaje del Presidente a Brasil, que trajo consigo una esperanza de flexibilización del Mercosur, es muy buena noticia.

Pero ¿qué se puede hacer en concreto ahora en el corto plazo? Para empezar, es clave reducir la carga burocrática que desestimula los nuevos emprendimientos dentro de las empresas. Ahí es mucho lo que se puede hacer: hay un trabajo en proceso desde la OPP para avanzar en ese frente.

Es también relevante generar ambientes más competitivos en todos los sectores productivos. Si una empresa puede lograr preservar su rentabilidad sobre la base de acuerdos de precios y reparto de mercado, no habrá ninguna presión para innovar. Por ejemplo, el gobierno impulsa avances relevantes en los mercados de telecomunicaciones, combustibles, y el sector financiero.

Contribuiría con el “intraemprendimiento” readecuar algunos aspectos de la regulación laboral. Por ejemplo, se deberían revisar las categorizaciones laborales en los convenios salariales que obstaculizan el desarrollo de la actividad intraemprendedora, al limitar a cada trabajador a un trabajo exhaustivamente definido. A su vez, se podría fomentar que los convenios salariales contengan componentes retributivos basados en la actividad emprendedora. La evidencia muestra que si las empresas existentes emprenden nuevas oportunidades de negocios existirá inversión y por ende crecimiento económico. Hay promisorios avances, en varios frentes, que pueden ayudar a generar las condiciones para facilitar el “intraemprendimiento”.