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Industria con futuro

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ignacio munyo
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Martes 22 de junio, 14:45, Francisco Maciel entre Rambla 25 de agosto y Piedras. Seis ómnibus equipados, algunos con comida, otro con vestimenta y otros con material técnico. Gente que viene y que va. 

Cada vez más es más común cruzarse con esos paisajes por las calles de Montevideo. La producción audiovisual se mueve.

Los productos audiovisuales son imágenes y sonidos que puedan reproducirse, integrados en un soporte, cuya grabación, transmisión, percepción y comprensión requieran un dispositivo tecnológico, con una duración determinada y cuyo fin es la comunicación del contenido. Eso comprende películas, series, publicidad, o documentales.

Para su desarrollo son necesarios equipos multidisciplinarios con guionistas, escritores y compositores, camarógrafos, escenógrafos, electricistas, vestuaristas, constructores de set, entre otros.

En Uruguay hay unas 500 empresas del sector que emplean casi 10 mil personas.

Previo a la pandemia, la industria había logrado duplicar la producción local en una década. Y el año 2020 fue especial. En plena emergencia sanitaria varias producciones internacionales escogieron a Uruguay como destino ideal para sus rodajes.

Mientras las restricciones de movilidad afectaron al sector en todo el mundo, la relativa normalidad, la estructura de incentivos oficiales y la experiencia de productoras locales, permitieron que películas y series pudieran rodarse en Uruguay.

En un reciente estudio de Ceres nos centramos en la industria audiovisual y presentamos evidencia de que los puestos de trabajo que se generan en el sector, son sostenibles en el tiempo, por- que tienen proporcionalmente menor riesgo de automatización.

Si se sigue la metodología desarrollada en la Universidad de Oxford, para computar la facilidad de automatización de los puestos de trabajo existentes, el empleo en la industria audiovisual luce atractivo y sustentable en el tiempo. El riesgo de automatización de estos empleos (la probabilidad de que su trabajo sea sustituido en el futuro por una máquina) es bastante menor al promedio general.

Esta metodología mide el riesgo de que un empleo sea fácilmente automatizable en base a la combinación de las tareas requeridas para llevarlo a cabo. Los empleos que requieren mayor proporción de percepción y manipulación, inteligencia creativa y empatía a la hora de ejecutarse correctamente, son los que tienen mejores perspectivas.

En el caso de la industria audiovisual, varios de los empleos que tienen menor posibilidad de automatización son exclusivos del sector, co-mo directores de cine y fotógrafos, locutores y periodistas. Otros empleos que se generan en la industria, que no son específicas del sector, también son sostenibles en el tiempo. Ejemplos de ellos son diseñadores gráficos y multime- dia, administradores de sistemas, representantes comerciales, desarrolladores de software y electricistas de obras y afines.

El sector audiovisual tiene condiciones para crecer al posicionarse internacionalmente como un destino atractivo, confiable, con recursos, equipos y mano de obra preparada para realizar producciones de primer nivel.

La posibilidad de rodar en diferentes locaciones a cortas distancias y de forma segu- ra es un factor esencial que nos diferencia de nuestros vecinos.

Uruguay es un país que posee las cuatro estaciones bien diferenciadas, con una vasta cantidad de paisajes -ciudad, campo, playa, entre otros- y de riquezas arquitectónicas semejantes a países europeos, con lugares históricos y modernos.

La disponibilidad de infraestructura específica destinada a la producción audiovisual ha mejorado y puede seguir mejorando con proyectos ambiciosos en Punta del Este.

La conectividad de internet es relevante para el sector, y dentro de Latinoamérica, Uruguay está dentro de los países con mayor veloci- dad de descarga dentro de la región.

En las entrevistas realizadas por Ceres con operadores del sector, surgió que entre los principales motivos por los cuales las plataformas decidieron elegir a Uruguay, estuvo la evidencia de que la pandemia no mostraba las mismas dificultades para rodar que las existentes en otros países de la región. A su vez, siempre es esencial la viabi- lidad económica de los proyectos, y con costos altos en dólares como tiene Uruguay respecto a la región, ha sido clave el Programa Uruguay Audiovisual (PUA) y medidas promocionales, que mejoran la competitividad.

Por lo tanto, en la pospandemia, no solo serán necesarios los programas de apoyo y el compromiso de garantizar una excelente calidad a las plataformas, sino que también habrá que aportar un valor agregado extra, que marque la diferencia con otros países.

Si bien se entiende que los técnicos en Uruguay tienen excelente capacidad, la formación específica se adquiere mediante la experiencia, y no solo a través de la educación formal. En efecto, se detec- ta una necesidad del sector audiovisual de contar con mayor oferta de mano de obra técnica y especializada, un fenómeno que se profundizó con el aumento de las prestaciones de servicios de producción en 2020.

En este sentido, la educación tiene un papel esencial, en especial ahora que la mano de obra especializada es altamente demandada. Existe la necesidad de redoblar esfuerzos en este plano, y si bien hay cursos y carreras en el área, la experiencia fue el principal motor de recursos humanos para calificarse.

Lo oportunidad existe; lo necesario para sostener el crecimiento es realizable. El apoyo vale la pena porque el empleo que genera es sustentable. Uruguay tiene los elementos necesarios para posicionarse internacionalmente como destino confiable, con recursos, equipos y mano de obra preparada para grandes producciones.

Por eso, el país tiene en el sector audiovisual una industria con futuro.

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