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Hay que mirar a Brasil

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IGNACIO MUNYO
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Mucho más que la Copa América se juega en Brasil. La pandemia y la pobreza castigan, y ya se respiran las elecciones del 2022; mientras tanto el crecimiento de la economía se acelera, aunque todavía no se siente en el bolsillo de la población.

Bolsonaro participa en ruidosas demostraciones de motocicletas llamadas “acelere por Cristo”, en tanto una comisión en el Congreso analiza el manejo de la pandemia. Mientras el presidente está en campaña para competir contra Lula en las elecciones de octubre 2022, en el Senado se miran con lupa los innumerables errores cometidos en materia sanitaria, lo que podría terminar con una solicitud de juicio político o un proceso penal.

Medio millón de brasileños murieron por Covid-19 y menos del 30% de la población ha logrado tener acceso a la primera dosis de la vacuna.

A pesar de todo, la popularidad de Bolsonaro sube. Según encuestas de la consultora Atlas, la aprobación del presidente sube a 40% en mayo frente al 35% de marzo. El plan de asistencia económica a las familias carenciadas comenzó a pagarse nuevamente en abril y rinde. Aunque según la última encuesta de Datafolha, Lula con 55% de los votos vencería en segunda vuelta. Lula votaría 41% y Bolsonaro 23% en la primera vuelta. Otros candidatos aparecen lejos: Sergio Moro no supera el 7%, Ciro Gomes el 6% y J. Doria el 3%.

La economía se mueve. Se espera un boom de inversiones en infraestructura de US$ 50 mil millones en proyectos de concesión antes de fines del año que viene: aeropuertos, puertos, carreteras y ferrocarriles. En palabras del ministro de infraestructura, “Brasil se convertirá en una inmensa obra de construcción”; “el equivalente a más de 30 años del presupuesto público para infraestructura”. En abril se subastaron US$ 10 mil millones en 22 aeropuertos, 5 puertos, una línea ferroviaria que une la costa este con el interior agrícola y múltiples obras viales.

Las inversiones en infraestructura no solo son necesarias, sino que son impulso para una economía carente de vigor desde hace años. Gran parte del éxito de las subastas se debe a las mejoras en el entorno regulatorio y la creciente confianza en los marcos legales por parte de los inversores privados, que son los protagonistas cuando el sector público está en rojo: el déficit fiscal supera el 10% del PBI y la deuda pública el 90% del PBI.

El PBI creció más de los esperado en el primer trimestre del año alcanzando los niveles de actividad económica pre pandemia, aunque aún se mantiene 3% abajo de 2014. Estos resultados -explicados por el boom del sector agroexportador, la suba en la inversión y la reducción de las restricciones sanitarias- han llevado a que las proyecciones de crecimiento para este año se revisaran al alza de 3% a 4%, y en algunos casos hasta 5%.

Sin embargo, la mejora en el crecimiento no tiene aún correlato en las condiciones de vida de las familias, el poder de compra de los hogares no mejora. El desempleo sigue cercano al 15% y los precios subieron 8% en los últimos 12 meses. Y el sector privado proyecta que la inflación se mantendrá por encima del objetivo del Banco Central (5,25%) hasta finales de este año.

Brasil es siempre relevante para Uruguay. No solo es nuestro segundo socio comercial, sino que es referente de inversores internacionales interesados en la región. Es imprescindible seguir con mucha atención lo que allí ocurre.

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