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Estabilidad en el caos

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IGNACIO MUNYO
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Estamos en medio de un caos global generalizado como consecuencia del coronavirus. Uruguay ya no es ajeno. Autoridades de todas las instituciones del país trabajaron con preocupación y compromiso durante el fin de semana para redactar comunicados y planes de contingencia.

La situación es extrema e inédita para la mayoría de nosotros.

El impacto en la actividad económica va a ser duro. Todo lo proyectado para este año va a cambiar y es imposible saber cuánto. No habrá más remedio que barajar y dar de nuevo, incluyendo en el frente fiscal. Y será clave dar algunas señales claras con la mira puesta en el día después de mañana.

La inflación de un dígito ha sido el ancla de estabilidad macroeconómica del país hace años. Y ante la tormenta no se debería soltar. Para ello hay que ser creíble con el compromiso. Por más que puntualmente la inflación sobrepase el 10% -casi inevitable en marzo y abril-, el sector privado deberá creer que el gobierno va a hacer lo que sea necesario para encauzarla rápidamente. La inflación contiene mucha información: refleja la confianza del sector privado en la consistencia futura de la política monetaria, fiscal y salarial, manifestada en infinidad de decisiones individuales que se dan de forma permanente en la fijación de precios.

Además de mantener el ancla de la macroeconomía, hay un desafío aún mayor ante las reformas que necesita el país para aumentar la productividad. Hoy más que nunca, tenemos que cuidar el principal activo que tiene el país: la estabilidad social. Somos una excepción a nivel regional. En los últimos años el mundo viene mirando cómo América Latina se ha vuelto una región extremadamente inestable. Imágenes de multitudes alteradas en las calles de Ciudad de México, Caracas, San Pablo, Buenos Aires, Bogotá, Santiago, Lima y Quito recorrieron el mundo. No fue el caso de Montevideo.

No hay como un ejemplo concreto para que quede claro el punto. Hacia fines del año pasado tuve la oportunidad de reunirme con un alto ejecutivo global de una de las principales multinacionales del mundo, que llegaba por primera vez a Uruguay. u201cVengo de recorrer el resto de los países de la regiónu201d, me dijo, u201cvamos a considerar una expansión de la inversión en Uruguay porque es el único de los países en los que estamos instalados que no tuvo manifestantes en las calles este añou201d, haciendo referencia a nuestra estabilidad social. u201cLa baja rentabilidad de la filial preocupa, pero Uruguay es un buen lugar para probar proyectos piloto que queremos chequear para lanzar luego a nivel globalu201d, argumentaba mientras yo escuchaba con atención. Esta es hoy una percepción generalizada entre las multinacionales. Estamos en una región muy complicada, pero somos diferentes. Y, afortunadamente, somos cada vez más percibidos como diferentes entre los que analizan la región para tomar decisiones de inversión. Cuando el caos global termine, la inversión internacional rebrotará y ese día la estabilidad social será una variable crítica.

Cuidemos la estabilidad que tenemos porque vale mucho. Es nuestra principal ventaja comparativa en la región. Tenemos que estar atentos. Todos. Y mucho más los que tienen responsabilidad de liderar organizaciones políticas, sindicales y son formadores de opinión. Bajemos la pelota y evitemos cualquier comentario que pueda agredir sensibilidades. Tenemos algo muy valioso que cuidar.

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