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Escuela de Democracia

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Ignacio Munyo
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A nivel global, Uruguay tiene como ventaja comparativa la calidad de su democracia, la fortaleza de sus partidos políticos, la alternancia en el poder y la convivencia cívica con relacionamiento y diálogo entre líderes, dirigentes y militantes de corrientes de opinión diferentes.

En noviembre de 2020, desde Ceres realizamos dos reuniones con jóvenes de todos los partidos políticos para compartir reflexiones sobre el plebiscito de 1980, celebrado 40 años antes.

En cierta forma esa instancia fue una previa natural de importantes eventos que impulsamos en los meses posteriores: el acto en el Palacio Legislativo con los expresidentes Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y José Mujica, y la exposición fotográfica en plaza Independencia sobre la vida democrática de Uruguay, inaugurada por el presidente de la República y la intendenta de Montevideo, que más tarde se replicó en el interior y exterior del país.

Siempre es necesario cuidar el buen funcionamiento democrático; y evitar que la confrontación de ideas y de estilos políticos se traduzca en lo que sucede en otros países, cuyas corrientes de pensamiento se refugian en bandos sin conexión, separados por una falla geológica infranqueable.

Fue por ello que este año lanzamos nuestra Escuela de Democracia. El programa se concentró en analizar la historia de los partidos, el recorrido de convivencia cívica y las ideas que identifican a cada colectividad política y buscamos el testimonio inédito de líderes referentes de las principales corrientes ideológicas. ¿Qué es hoy ser colorado, blanco, frenteamplista, cabildante o independiente? ¿Cuál es su principal aporte a la democracia y cuáles son los desafíos actuales? ¿Qué mensaje les darían a los jóvenes?, fueron las preguntas disparadoras.

Según Julio María Sanguinetti, “el Partido Colorado es un partido de garantías: garantía de libertad, garantía de equilibrio, garantía de independencia internacional, garantía de calidad democrática y garantía de ese necesario equilibrio entre la libertad y la justicia social”.

Para Sanguinetti, “el Partido Colorado no es nacionalista. Patriotismo es una cosa: amor al país. Nacionalismo es una política: creer que lo nuestro, por ser nuestro, es mejor que lo de los demás, y no es así. Desde que nació, el Partido Colorado miró hacia el mundo. Y podemos reivindicar la posición que acuñó Baltasar Brum: jurídicamente éramos neutrales porque no estábamos participando de la Primera Guerra Mundial. Pero no fuimos ni imparciales ni indiferentes. Eso es también una condición esencial del Partido. Nunca hemos sido imparciales ni indiferentes con dictaduras. Ni las de izquierda, ni las de derecha. Entonces, preconizamos independencia, integridad del Estado, sentido social, empresas en competencia, visión hacia el mundo desde una intencionalidad y visión global, que al país por su propia dimensión le es imprescindible”.

Mientras tanto Luis Alberto Lacalle sostuvo que “las dos causas fundamentales por las que el Partido Nacional ha trabajado son, por un lado, la soberanía e independencia nacional; y por otro, lo que diría que es la causa central: el voto. El voto secreto, bien contado y con representación proporcional. Por eso el Partido Nacional fue a las revoluciones”.

Para Lacalle, “hay dos legitimidades: la legitimidad de origen, es decir, que el que llega al poder llegue legítimamente; y la legitimidad de ejercicio. Porque el gobernante no puede hacer lo que quiere”. Y reclamó a los alumnos de la Escuela de Democracia: “No seas indiferente. Nunca seas indiferente. No seas egoísta. La juventud está hecha para grandes cosas y no para egoísmo, materialismo, y menos para ser indiferente. Que nunca te sea indiferente tu país, nuestro país, ni la suerte de nuestros hermanos”.

Danilo Astori, líder fundamental de la izquierda, sostuvo que “ser frenteamplista hoy se apoya en el nacimiento y la propia gestación del Frente Amplio. El compañerismo y la solidaridad tienen que ser siempre atributos de la izquierda para transitar por el siempre difícil terreno de la política”.

Pablo Mieres definió a su Partido Independiente como “el resultado de una confluencia de dos tradiciones: el pensamiento social cristiano, que ha tenido distintas vertientes; y otra que proviene de un tronco batllista socialdemócrata. Somos un partido radical democrático. El tema democrático lo tenemos grabado a fuego. Uruguay necesita un modelo de desarrollo que garantice la democracia y las libertades y que, al mismo tiempo, permita un camino de crecimiento con equidad”.

Guido Manini Ríos, líder de Cabildo Abierto, narró que “el nombre inicial con el que se quiso inscribir al partido fue el de ‘Movimiento Social Artiguista’. Pero la Corte Electoral no lo aceptó en el entendido de que el artiguismo es algo propio de todos los uruguayos. Hubo que plantear otro nombre y se llegó a Cabildo Abierto, que ya en sí es toda una definición. En la historia de nuestro país, de nuestro territorio, los cabildos abiertos representaban la expresión más democrática. El pueblo se reunía en la plaza para decidir sobre su destino, lo que era un ‘cabildo abierto’”.

Manini sostuvo que “un pilar del artiguismo es no aceptar que nos gobiernen de afuera. Y el otro pilar del artiguismo siglo XXI, que era también pilar del artiguismo de la época del caudillo, es la sensibilidad por los más frágiles de la sociedad. José Artigas hablaba de que los más infelices sean los más privilegiados”.

Manini también dijo que “siempre tiene que haber una juventud que proponga, que levante la bandera, que quiera cambiar realidades que son, a todas luces, injustas. (Debe) mantener siempre viva la llama de la preocupación por lo social, por los más frágiles, porque eso en definitiva es la esencia de la actividad política. Cuando se pierde eso, pierde sentido la actividad política”.

El sistema de partidos políticos es el sustento de nuestra democracia. Tenemos líderes de primer nivel, que enaltecen nuestra institucionalidad democrática en la diversidad de ideas. Y tenemos juventudes militantes de lujo. Así lo sentimos a lo largo de todas las sesiones de nuestra Escuela de Democracia.

Fueron cerca de 100 jóvenes militantes de todos los partidos con los que compartimos un ámbito de conocimiento, de intercambio, de construcción de vínculos para el futuro, que alimenten una cultura de negociación, acuerdo y avance. Lo disfrutamos mucho.

Estamos convencidos de que no podemos tener mejores políticas públicas sin un debate civilizado de las nuevas generaciones.

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