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Desafíos, crecimiento y PIB

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Gráfico 1: El peso de las telecomunicaciones en Uruguay. Gráfico 2: Actividad económica en Uruguay.
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ignacio munyo
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Uruguay tiene por delante enormes desafíos para impulsar nuevamente el crecimiento económico. Y es una tarea para nada sencilla.

Entre 2003 y 2014 la economía uruguaya tuvo el mayor crecimiento de la historia, el único registro comparable es el observado entre 1945 y 1953. Lamentablemente, hacia fines de 2014 el motor se apagó y no se ha vuelto a encender. Pero esta no es la historia que cuentan hoy las cifras del Producto Interno Bruto (PIB).

En Uruguay no se maquillan las cifras y eso es un activo muy valioso, con cuadros técnicos ejemplares que con profesionalidad elaboran las estadísticas en el Banco Central (BCU) y el Instituto Nacional de Estadística (INE). A pesar de ello, tenemos un serio problema generado por la demora en la actualización (cambio de base) del PIB y hasta que eso no se haga, el indicador presenta cifras que no son representativas de la realidad.

Las buenas prácticas internacionales sugieren realizar el cambio de base del PIB en periodos no mayores a cinco años. Idealmente, se recomienda medir el crecimiento del PIB con índices encadenados para actualizar las ponderaciones sectoriales año a año (tal como se hace, por ejemplo, en Canadá). La última actualización del PIB en Uruguay fue en 2005: hace ya 13 años.

Cuanto menos actualizada se encuentre la base del PIB mayores serán los efectos distorsivos de la medición. Con el paso del tiempo, las encuestas en que se basen las estimaciones dejan de reflejar la estructura productiva sectorial del país. También juega la dinámica de la economía no registrada, que existe y varía constantemente. Al mismo tiempo, los precios fijados el año base se alejan de los reales y distorsionan las contribuciones sectoriales al crecimiento del PIB. Este asunto es crítico en las telecomunicaciones en donde el precio se ha modificado con una virulencia mucho mayor que en cualquier otro sector. Basta con recordar que llamar entre celulares de diferentes compañías -algo que ahora sale casi gratis- era un lujo que pocos se podían dar.

Esta pulverización de precios, en un sector que crece genuinamente de forma acelerada -piensen en las horas por día que se habla hoy por celular-, genera una mega ponderación creciente en el sector -¡las llamadas de hoy a precios de 2005!-, tal como se ilustra en el gráfico 1.

Obviamente que la caída del precio de las telecomunicaciones no es exclusivo de Uruguay. Sin embargo, la ponderación vigente es cinco veces mayor a la observada en países con alto desarrollo en telecomunciaciones pero con actualizaciones del PIB más recientes. En Chile y Estados Unidos la contribución de las telecomunicaciones al PIB es menor al 3%, cuando en Uruguay ya supera el 16%.

Hacer el cambio de base del PIB con la metodología consensuada a nivel internacional es un trabajo de una envergadura solo alcanzable por el sector público.

Hay que rehacer monumentales encuestas sectoriales en muchos casos con información solo disponible para el Estado, además de actualizar los precios. El BCU lo está haciendo y es esperable que en breve se publique. Sin lugar a dudas, ahí vamos a tener una mejor foto de la realidad. Pero hoy no está.

Un PIB desactualizado tiene serias consecuencias en la toma de decisiones, tanto del sector público (por ejemplo en la política fiscal y de deuda) como del sector privado (por ejemplo la política salarial). Ante la preocupación por esta situación, hicimos lo que está a nuestro alcance: una corrección de precios, no solo de las telecomunicaciones sino de todos los precios imputados en el resto de los sectores para llevarlos de 2005 a 2014.

Con esa corrección, mientras que el PIB publicado por el BCU está hoy 7% por encima de los niveles de 2014, si los precios se fijan en 2014 la actividad económica no supera los niveles de fines de 2014 (ver gráfico 2). Al mismo tiempo, cuando se anualiza la serie ajustada se observa una caída en el año 2015, lo que interrumpiría los 16 años de crecimiento que presentan los registros oficiales.

Hace tiempo que varios economistas comentan con preocupación esta limitación de nuestro PIB. Algunos de ellos han presentado valiosos aportes en estas mismas páginas. Con el equipo del Centro de Economía Grant Thornton del IEEM-UM, hicimos lo que está a nuestro alcance: presentamos las cifras corregidas por precios, conscientes de todas las limitaciones que ello implica, pero convencidos de que es necesario hacerlo.

El objetivo no fue poner el foco en la metodología -que siempre va a ser cuestionable- sino en la realidad, que no es buena. Indicadores paralelos al PIB como el empleo, la inversión, el crédito, la confianza del consumidor y empresarial, la recaudación de los impuestos que no subieron las tasas, se encuentran más en línea con una economía que no crece desde 2015 que con la que muestran las cifras oficiales.

El principal desafío de la próxima administración debería ser reimpulsar el crecimiento económico. Si la economía no crece, no solo se volverá cada vez más pesada la deuda acumulada luego de varios años de gastos por encima de los ingresos fiscales, sino que será muy complejo mantener el actual nivel de vida y profundizar el proceso de inclusión social.

Para crecer es vital volver a ser atractivos para la inversión, el motor del dinamismo económico. La inesperada baja en la tasa de interés global pone de nuevo la mira de los inversores en las economías emergentes, que avanzan y concretan en aquellas en las que hay oportunidades rentables de inversión. Lamentablemente, Uruguay está con una situación tan desproporcionada de costos en relación a su productividad y facilidad para hacer negocios, que lo deja fuera del foco.

Para que Uruguay vuelva al foco, la lista de reformas pendientes es larga: mejorar los factores productivos -capital humano e infraestructura física-, profundizar la inserción internacional, adecuar la regulación de mercados y, de una vez por todas, hincarle el diente a la eficiencia de todo el sector público.

Sin duda que la próxima administración llegará con una agenda cargada de medidas urgentes y complejas a tomar. Si el paquete de medidas es creíble porque está bien diseñado y cuenta con un sólido apoyo político, se podrán dar las condiciones para que retorne la inversión, y con ella el crecimiento real de la economía. Quedarán así, solo como una anécdota, las preocupaciones sobre la actualización del PIB.

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