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China y más

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ignacio munyo
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"La puerta de China se está abriendo y se va a abrir más y más” decía el presidente chino Xi Jinping en 2018 en el Foro de Boao, el “Davos chino”.

Uruguay discute desde hace semanas la oferta de China para suscribir un tratado de libre comercio (TLC). Desde octubre de 2016 -cuando el presidente Vázquez se reunió en Beijing con Xi Jinping- afirmamos que un TLC con China es una gran oportunidad y que los beneficios son gigantescos en relación a los costos.

En 2016 no fue posible avanzar con el TLC por falta de apoyo en el Mercosur y en la coalición de gobierno. Ahora el escenario es diferente: hay apoyo de Brasil y también en el parlamento.

En aquel momento el PIT-CNT planteó que habría enormes pérdidas asociadas a la destrucción de puestos de trabajo en la industria manufacturera. Nosotros decíamos que gran parte de ellos iban a desaparecer, con o sin TLC con China.

Pasaron 5 años y muchos de aquellos empleos ya no existen, y no hay perspectivas de cambio. Sobre ese punto disertamos en la OIT en Ginebra en 2017, en el Congreso Global sobre el Futuro del Trabajo.

Presentamos evidencia de que los sectores que producen en Uruguay bienes que compiten con importados de China contrataban una alta proporción de trabajadores con habilidades automatizables.

En lo que hay consenso es que la mejora en el ingreso a China sería un gran beneficio para el país. Se trata de nuestros principales productos de exportación, para los que tenemos ventajas comparativas, pero estamos en inferioridad de condiciones para competir con países que ya tienen TLC.

A esto se le suma el beneficio de simplificar el ingreso de a China. A través de un TLC se podrá negociar el paquete completo de condiciones de ingreso y así evitar la negociación individual cada vez que se quiere introducir un producto.

Además, un TLC abriría la puerta para que nuestros alimentos ingresaran con mayor calidad y valor agregado, con todo lo que ello implica en materia de innovación y desarrollo. No es casualidad que los países más abiertos al comercio exterior sean también los más innovadores y con mayores niveles de desarrollo humano. Innovación, bienestar y apertura van de la mano.

Para evitar el riesgo es una excesiva dependencia de China como principal mercado de nuestra producción alimenticia, el país avanza abriendo puertas en otros mercados.

Un camino sería pedir formalmente la adhesión al Acuerdo de Comercio Transpacífico (CPTPP, en sus siglas en inglés), impulsado por Japón luego de que Trump decidiera bajar a Estados Unidos, contradiciendo la política de su antecesor Obama. La adhesión de nuevos países al acuerdo requiere aprobación de los actuales miembros (Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malaysia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam). Si Uruguay fuese aceptado sería como firmar un TLC con cada uno de ellos a la vez. Sería un gran logro.

En paralelo, también sería conveniente hacer el mayor esfuerzo para profundizar las relaciones comerciales con Estados Unidos y Reino Unido.

Aquella célebre frase utilizada por Deng Xiao Ping para impulsar el capitalismo chino: “no importa si el gato es blanco o negro, sino que atrape ratones” se aplica también para justificar la necesidad de Uruguay de mejorar el acceso a todos los mercados para vender productos de calidad. La agenda es tan ambiciosa como necesaria.

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