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Año bisagra

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IGNACIO MUNYO
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¿Cómo viene el 2021? ¿Qué pasa con la economía? ¿Se recuperará el empleo? ¿Cuáles son las perspectivas para adelante? Arranca un año bisagra.

Después de haber caído casi 6% en 2020, la actividad económica se recupera y se espera que crezca arriba del 3% este año. Sin embargo, una vez cerrado el 2021, la producción total de bienes y servicios en Uruguay no va a superar el pico de fines de 2014, previo al largo estancamiento productivo.

El punto de partida del 2021 no fue bueno: tuvimos un verano que para el sector turismo fue similar a un buen fin de semana de invierno. La pandemia impidió que ingresaran al país los turistas del exterior, que usualmente contribuyen con gastos equivalentes a medio punto del PBI por encima de lo que gastan en el exterior los que viajan desde Uruguay. El escalón del primer trimestre no va a estar.

Fue muy importante el trabajo que hizo el gobierno durante 2020 para ordenar el gasto público, algo que hace tiempo era necesario. Más aún con una pandemia, cuando es ineludible multiplicar los apoyos a empresas y familias afectadas. Es cierto que existe financiamiento externo abundante y barato, pero también es cierto que la deuda que tiene el país es elevada y que los nuevos gastos usualmente se vuelven permanentes.

Los contribuyentes en Uruguay hacen un esfuerzo muy grande para financiar servicios públicos y una amplia batería de transferencias existentes. En el debate político, se discute demasiado sobre el monto de estos recursos y muy poco sobre el diseño integral de los programas sociales vigentes, en una realidad dinámica que así lo exige.

Para reimpulsar el crecimiento, es buena noticia que la tasa de interés global esté en mínimos históricos y que suban los precios globales de alimentos. Sin embargo, Uruguay está demasiado caro para producir: la competitividad es un problema.

Una política monetaria más expansiva por parte del BCU, con menores tasas de interés en pesos, podría inducir una suba del dólar para recuperar algo de la paridad cambiaria global y regional. Sin embargo, sin las reformas estructurales postergadas hace años no habrá mejoras significativas de competitividad.

En 2021 hay que aprovechar la puerta que se abrió para flexibilizar el Mercosur; urge reducir los costos de acceso de la producción uruguaya en el exterior. Es hora de reducir la burocracia acumulada que desestimula la inversión; aquella agenda que la actual dirección de la OPP tiene en capeta desde antes de asumir. Llegó el momento de adaptar la legislación laboral a la realidad actual; lo que va mucho más allá del teletrabajo. Es este un eslabón crítico para encadenar crecimiento con empleo.

Hay que tener claro que el mercado de trabajo será un foco de preocupación permanente. En 2020 se perdieron casi 50 mil empleos, que se suman a los casi 60 mil que se habían perdido entre el pico de 2014 y fines de 2019. Hay un desempleo tecnológico que no se soluciona con crecimiento económico. No se trata solo de pensar en las personas que están al margen de la red de protección social existente, sino de una revisión integral de los apoyos vigentes.

En 2021, la actividad económica crecerá, pero muchos trabajadores quedarán rezagados. Será un año bisagra para impulsar las reformas necesarias para capitalizar el interés en invertir en el país y así iniciar un nuevo ciclo de crecimiento sostenible. Será también un año bisagra para reestructurar los programas de asistencia social y ponerle foco en las tendencias actuales del mercado de trabajo.

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