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Ojo al foco

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IGNACIO DE POSADAS
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Focus, lo llaman los gringos. Mantenerlo y con puntería, es fundamental en cualquier camino de la vida. Distinguir (lo importante) y detectar (dónde). Y, también, persistir.

En la actividad de gobernar esto es particularmente difícil: porque nunca son pocos los temas en juego y son todavía más quienes empujan, tironean o maniobran, para que los suyos vayan adelante y otros no avancen.

Por eso es de principal importancia no perder el foco a la hora de gobernar.

Hoy hay dos temas que ocupan el centro del escenario: la pandemia y el presupuesto: lógico.

Pero también hay un bombardeo de otras cosas: la seguridad, UPM, el referéndum contra la LUC…

Cual más, cual menos, absorben casi toda la atención de la gente (y, quizás, las energías del gobierno). Es lógico, también. Pero peligroso.

Porque tapan dos temas que hacen a la viabilidad de nuestro país y, porque los tenemos desde hace tanto tiempo, como que no reparamos mucho en ellos.

La seguridad social y el trabajo: hacen, entre los dos, a la sustentabilidad de nuestro Uruguay. Económica, por supuesto, pero también social y cultural.

Respecto al primero, el gobierno ha optado por un encare muy uruguayo, la creación de una comisión, de amplio espectro, bajo la presidencia de una persona sólida y muy capacitada.

Es un encare serio, busca sumar y superar los temores y problemas que contiene el tema pasividades. Pero, a la vez, es un encare que no transmite la urgencia que reviste el problema: nos va la vida económica en este asunto. Es más, se nos está yendo, día a día.

Hay un riesgo de que, población y gobierno se descansen en la decisión tomada, crean que producirá los resultados deseados y pierdan el foco.

La seguridad social es un fenómeno muy complejo, que afecta los intereses de mucha gente y que, además, se presta muy bien para el manejo ideológico y la agitación de fantasmas. Es, además, parecido al tema de la salud, uno en el cual no hay ganadores visibles y sí es fácil construir las renuncias y los sacrificios como pérdidas y fracasos.

Sé de lo que hablo. Lo viví: cuatro veces fuimos al Parlamento con intentos de reforma, cuando estábamos en el gobierno y las cuatro fracasaron a manos de argumentos e intereses políticos. Ni siquiera pudimos hacerle ver a las organizaciones de jubilados que las reformas eran en su directo beneficio: salieron despavoridos a ponerse en contra.

Quizás el gobierno tenga pensado todo esto. Ojalá. Pero vale la pena sugerirle que no descanse sobre la comisión, sino que arme y mantenga una estrategia de comunicación que explique la magnitud del problema y lo grave de su desenlace, para que la opinión pública no lo olvide y no sea tan fácil de manipular el día en que la comisión produzca su informe y recomendaciones.

En el otro componente, el del trabajo, estamos todavía más desnudos.

Si bien el fenómeno de la pandemia obligó a cambiar modalidades de trabajo y en muchos países ha acelerado las transformaciones en materia de regulación del trabajo, en el nuestro todavía impera la cultura del pasado y del cuco. Nuestra sociedad sigue privilegiando el mantener actividades perimidas (Envidrio, ALUR, Cemento Portland, etc.) y en vestir cualquier intento de cambio como maniobra neoliberal, economicista, etcétera).

En esta materia los sindicatos están fuertemente atrincherados, al tiempo de mantener muy atado a su ala política. “No me la llevan” decía Mujica, de sus supuestas medidas reformistas. No, no llevan el menor atisbo de cambio.

El ejemplo más reciente del poderío del PIT sobre el FA es el haberlo forzado a lanzarse a juntar firmas contra lo que todavía no se sabe bien qué será. Desde la caída del Ancien Regime no ha habido estructura más conservadora que nuestro Pit-Cnt.

Se dirá que siempre fue así, que Maracaná fue una casualidad en una larga y persistente histeria de jugar al empate. Quizás, pero el punto está en que ya nadie juega al empate. Pero, además, ni siquiera es cierto que el Uruguay no cambió (cuando la mayoría del mundo sí lo hizo). Porque, encima de la inercia, se nos fueron algunas viejas herramientas, como la inflación y el aumento de tributos.

La única válvula “natural” que queda es la emigración, pero funciona al revés, achicando la actividad frente a la pasividad.

Foco o finish.

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