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¿Mística o multicolor?

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ignacio de posadas
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Lo que sigue no está escrito solo para Blancos, aunque sí primordialmente. Con lo cual, es posible que a quienes no se sientan Blancos, les resulte difícil o lejano comprender algunas cosas. Quizás hasta haya quien pueda molestarse. No es esa mi intención.

De hecho, si bien el tema me ronda en la cabeza desde hace ya un tiempo, lo que me gatilló a escribirlo fue la lectura de una entrevista que le hicieron a Luis Hierro, centrada en la crisis que sufre el Partido Colorado. Preguntado si no tenía miedo que estuviera en fase terminal, Hierro lo niega, usando como argumento el ejemplo del Partido Nacional: si este no solo sobrevivió décadas de desierto y diferentes crisis internas, sino que alcanzó nuevamente el gobierno y está pletórico de vigor, ¿cómo no habrá de sobrevivir el Partido Colorado, que vive una crisis de mucho menor duración?

Ojalá sea así por el bien del país, pero a lo que me apuntó el comentario, fue a una reflexión sobre mi propio Partido.

Es cierto lo que dice Luis Hierro: sobrevivimos más de noventa años de intemperie y luego seis derrotas desde el retorno a la Democracia y a pesar de todo eso, acabamos de ganar el gobierno y quince intendencias, con un entusiasmo formidable.

¿Cuál es su secreto? ¿Cuál la fuente de energía que mantiene vivo y vibrante a este viejo Partido?

Son, a mi juicio dos: su mística y sus fundamentos filosófico-ideológicos.

Primero su mística: es una fuente esencial, a la vez de su identidad y de su entusiasmo. Es algo casi único en la experiencia política mundial. A decir verdad, no conozco otro partido político que tenga un ethos como el del Partido Nacional.

Va más allá de su historia y de su folklore, también singulares, aunque ambos lo nutren y mantienen. Viene sí, del fondo de su historia, que se renueva en los avatares del presente, bajo el signo constante de un quijotismo heroico y una firme voluntad de servir.

Lo reconocieron sus líderes históricos, como Herrera, Wilson y Lacalle Herrera a quienes templó y ayudó a sobrellevar duros reveses y es el atractivo más fuerte para los jóvenes, que ven en el Partido un ámbito propicio para desarrollar una vocación de servicio al país.

La otra fuente de vida partidaria es quizás menos visible, menos llamativa, pero igualmente vital: una visión del ser humano enraizada en la realidad, entendida como Derecho Natural y basada en el principio de libertad como factor esencial al ser humano y a su desarrollo.

Como corolario de lo anterior, para los Blancos, la sociedad prima por sobre el Estado, que solo se justifica si es instrumental a aquella. La igualdad como valor importantísimo, siempre que sea complementaria de la libertad, al punto de hacerla viable, pero no al grado de someterla.

La visión filosófica Blanca cree, también, que el hombre tiene el deber de ver a los demás con los mismos ojos con que quiere ser visto y de acudir a socorrer a sus semejantes cuando estos lo necesitan.

Para asegurar todo eso, en la concepción nacionalista, la sociedad debe vivir en un Estado de Derecho, gobernada por normas que respondan lo más posible a la realidad natural.

Por último, esta filosofía política valora a la nación en la realidad en que le tocó nacer, la sabe distinta, única, aunque no superior y siente que es su obligación servirla en lo que puede.

En pocas palabras: Heroicidad y servicio.

Ahora bien, el Partido Nacional está hoy en el gobierno y no solo, sino liderando la famosa Coalición Multicolor. En esa realidad, el Presidente no puede alentar públicamente los ardores partidarios.

Debe gobernar, con otros partidos y ello implica evitar fricciones y enfrentamientos. No significa claudicar de los principios, cosa que no está haciendo, pero sí poner sordina partidaria y renunciar temporariamente a vivir y compartir aquella mística de la que hablaba.

Ello es políticamente necesario para bien del país. Pero conlleva un riesgo: el que sufrió el Partido Colorado.

El Partido Nacional no debe desconocer eso. Tiene que evitar que las necesidades del gobernar desdibujen o anestesien las fibras profundas del Partido.

Ese rol no lo puede cumplir el Presidente. Recae ahora sobre otros dirigentes: legisladores, intendentes… pero primordialmente sobre el Directorio del Partido. A él le cabe poner foco sobre el partido, de una manera especial: no mirándolo en función del gobierno, sino del país. Una mirada al largo plazo, en el cual el Partido Nacional debe mantener prendida la llama de su ser, como factor esencial para la vida del país, no solo para su supervivencia.

Preservar la mística y los valores del Partido, sobre todo lo primero, es la razón de ser del Directorio. Él no es Multicolor.

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