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Gargano tenía razón

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Se acuerdan de aquella conferencia de Tabaré Vázquez I en ADM, cuando anunció la decisión del gobierno de aceptar el ofrecimiento (milagroso) de su amigo George W. Bush y comenzar negociaciones con los EEUU para un acuerdo de libre comercio, el famoso TLC? La evaluación del tema por parte de Vázquez se transformó en frase famosa: “hay trenes que pasan una sola vez”. No serían muy originales, ¡pero qué sabias palabras!

Se acuerdan de aquella conferencia de Tabaré Vázquez I en ADM, cuando anunció la decisión del gobierno de aceptar el ofrecimiento (milagroso) de su amigo George W. Bush y comenzar negociaciones con los EEUU para un acuerdo de libre comercio, el famoso TLC? La evaluación del tema por parte de Vázquez se transformó en frase famosa: “hay trenes que pasan una sola vez”. No serían muy originales, ¡pero qué sabias palabras!

¿Y se acuerdan lo que pasó apenas minutos después, cuando a la salida del evento Gargano le retrucó a un periodista que citaba aquella memorable frase, diciendo: “hay trenes que te pasan por arriba”. Tras lo cual procedió, con la ayuda de sus enconados enemigos, los comunistas y su ala sindical, a ponerle la plancha a la iniciativa. TLC: train lost completely.

Pasaron siete u ocho años de aquel episodio. ¿A quién está dando la razón el tiempo?

El 14 de mayo, el Emb. Carlos Pérez del Castillo, reconocido experto en comercio internacional, en un informe solicitado por la Cámara Uruguay - EEUU, con destino final al gobierno, decía: “Hasta el año 2000 existían 85 acuerdos preferenciales de comercio… El total actual casi triplica esa cifra…” “…el comercio bajo acuerdos preferenciales representa hoy más del 50% del total mundial, mientras que en 1998 la proporción era del 28%... el comercio intra Mercosur … representa meramente un 1% del comercio mundial bajo acuerdos comerciales preferenciales…” “…El incremento de las negociaciones de acuerdos de amplio alcance entre socios de gran importancia económica (como los de UE - EEUU y el TPP) y la firma … de acuerdos comerciales entre países como China, Japón, Australia, Corea, Nueva Zelanda, constituye una amenaza comercial mucho mayor que en el pasado para los que quedaron por fuera de los mismos”.

“…las amenazas representadas por estos desarrollos recientes muestran que es necesario mantener una estrategia activa en todos los frentes posibles…”

Más recientemente, el Financial Times daba cuenta de que uno de los megaacuerdos comerciales, el TPP (Trans-Pacific-Partnership), estaba próximo a culminar, luego de más de cinco años de negociación. El acuerdo involucra a más de diez países, entre los cuales Australia, India, nueva Zelanda, Japón, Corea, Canadá, Malasia, Perú, Chile, México, Vietnam y, por supuesto, los EEUU.

El País (6/4/2015) aborda el tema diciendo: “A lo largo de la historia, el Mercosur realizó acuerdos poco ambiciosos de preferencia comercial con Israel, India, Egipto, Palestina y la Unión Aduanera del Sur de África. Considerando el comercio intra-bloque y sumando además los acuerdos del Mercosur con Colombia y Chile, todos esos mercados representan menos del 10% del comercio mundial”.

El trasfondo de todo esto es que la OMC está empantanada, lo que ha llevado a todo el mundo a buscar soluciones por la vía de acuerdos bilaterales o multilaterales. ¿Todo el mundo? Bueno, casi.

El Mercosur prácticamente no lo ha hecho. Con lo cual el Uruguay, un país chico, está por fuera del tren que lleva aproximadamente el 90% del comercio mundial. Como bien lo señalaba el Emb. Pérez del Castillo en el referido informe, no solo es obvio que la libertad de comercio es lo más beneficioso para los países pequeños, sino que para ellos el peor esquema comercial es aquel en el cual las reglas ya no serían generales -como en la OMC- sino fruto de acuerdos limitados.

Raúl Lago, en una conferencia dictada acá se preguntaba, retóricamente: “qué pasará si EEUU y la UE llegan a un acuerdo comercial?” y se respondía a sí mismo: “las normas comerciales serán impuestas por el Norte”. Efectivamente, eso es lo que sucederá. Nosotros vamos a pasar a la inocuidad comercial (primero) y luego a la económica.

El nuevo canciller es plenamente consciente de la gravedad del tema, pero no es aparente que el gobierno como tal lo sea y sí, en cambio, es muy evidente que parte de sus apoyaturas políticas (incluyendo las sindicales, que para el FA es lo mismo) siguen sin ver la realidad.

Señales de lo primero son el hecho de que el presidente no haya visitado Argentina y, sobre todo Brasil, ni concertado reuniones con sus presidentes cuando la cumbre de Panamá, ni tampoco mencionado este tema, desproporcionadamente más trascendente que el juicio de Philip Morris. Y señales de la persistencia jurásica en el seno del FA son las reacciones contra las negociaciones del TISA. Que la libertad de comercio es especialmente beneficiosa para los países chicos, es de las pocas cosas en que todos los economistas del mundo, aun aquellos con baja inmunización ideológica, están de acuerdo y lo único todavía más obvio, es que para el Uruguay la apertura del mercado de servicios ofrece un potencial fabuloso.

Pero el tiempo pasa, el tren del comercio libre se hace más y más grande y nosotros vamos camino a quedar en la vía.

Gargano tenía razón: el tren nos va a pasar por arriba.

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Ignacio De Posadas

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