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La Democracia y las redes

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ignacio de posadas
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La gravitación de los medios sobre el funcionamiento de la Democracia es algo archiconocido. Es también sabido que ha ido mudando con los cambios de los propios medios. “The Medium is the message”, fue la frase famosa de Marshall McLuhan, el experto canadiense en comunicación.

La gravitación de los medios sobre el funcionamiento de la Democracia es algo archiconocido. Es también sabido que ha ido mudando con los cambios de los propios medios. “The Medium is the message”, fue la frase famosa de Marshall McLuhan, el experto canadiense en comunicación.

Así, la prensa escrita estuvo muy ligada al nacimiento de la Democracia, sobre todo en los EE.UU. y en Francia, luego y por muchos años, los grandes diarios fueron constructores de opinión y factores poderosísimos en el funcionamiento del sistema. Ningún político o gobernante se tiraba contra los grandes diarios.

La aparición de la radio popularizó el acceso a la información y le añadió algunos elementos importantes: los debates y otros programas periodísticos y el entretenimiento, pero no significó un cambio de fondo en cuanto al relacionamiento de los medios con la Democracia.

La cosa ya cambió con el advenimiento de la televisión, en tres aspectos:

-El predominio del entretenimiento.

-El acortamiento del espectro de atención del consumidor.

-El “traer el mundo a casa”.

Por el primero, la actividad de informar quedó subsumida en la meta de entretener: el rating se transformó en las tablas de la ley. Ese cambio de enfoque terminó diluyendo los hechos objetivos (y la selección de los mismos por criterios de relevancia), por la vía del entretenimiento. El ejemplo más obvio es el de los informativos de la televisión, dominados por la crónica roja y por variantes o aproximaciones de la farándula. El bagaje de información proporcionado al ciudadano se redujo sensiblemente.

Lo anterior se ve agravado por la forma en que la televisión facilita la pereza intelectual: no exige otra cosa que un buen sillón. Fue el comienzo de un fenómeno psicológico típico de nuestro tiempo: la persona (sobre todo joven) que no es capaz de mantener el foco de su atención sobre un tema por más de unos minutos.

El tercer fenómeno producido por la tele es el alejamiento de la política de la vida de la gente: para qué ir al comité o a los actos políticos, o escuchar los discursos presencialmente, cuando me los van a traer a casa, sentadito en el sillón.

Llevado al plano del funcionamiento de la Democracia, ésta precisa que la gente esté informada, que preste atención a lo que sucede y que se involucre, al menos un poco. Con apenas un apoyo tácito (como le gustaba argumentar a los militares) una Democracia no se sustenta.

Simultáneamente a que los medios le facilitaban a los ciudadanos el camino de irse desentendiendo del funcionamiento de la Democracia, éste (por efecto del crecimiento de las demandas por parte de esos mismos ciudadanos), se fue haciendo más complejo, imposible de seguir y de entender si no se pone más esfuerzo que el prender el televisor.

Sobre esta realidad, es que aparecen las redes sociales.

En los comienzos, muchos las saludaron, sosteniendo que democratizaría el acceso a la información y algo de eso ocurrió: básicamente la pérdida de poder e influencia de los medios tradicionales.

Pero las redes trajeron más que esto, haciendo rememorar la frase de Mc.Luhan.

Tienen características que son totalmente diferentes a las de los otros medios, y que acarrean consecuencias nada neutras.

Aquí van algunas de las más relevantes (e innovadoras):

-Costo: infinitamente menor a los otros medios. Esto puede favorecer la deseada “democratización”, pero también el acceso indiscriminado y casi ilimitado, no solo a consumir, también a producir.

-Capacidad de interacción: hay un ida y vuelta que no es el de las viejas cartas de los lectores.

-Achicamiento de la atención: agudiza enormemente el fenómeno ya comentado.

-Ausencia de autor responsable: no se exige (ni se ofrece)

-Capacidad de multiplicación: la aplicación de algoritmos da fuerza exponencial a cualquier cosa que se publique.

-Capacidad para movilizar: llegar en tiempo real a grandes universos con mensajes simples, directos (y cargados de emotividad).

-La posibilidad de hacerlo con ausencia de organizaciones y liderazgos: una de las características de las asonadas del 2019 en Chile es que cuando las lideranzas establecidas (tanto del gobierno como de la izquierda) quisieron encarar el fenómeno de manera tradicional, buscando con quien razonar o negociar, se encontraron con que no había nadie al mando.

Por esos y otros elementos, el potencial dañino para la Democracia de las redes es enorme y se está viendo de forma explosiva.

Las redes crean realidades virtuales, sobre todo en el campo de la política. Como, a la vez, favorecen la tendencia del ser humano de acercarse a quienes piensan como él, al ofrecer contenidos bullet, sin mayor reflexión y cargados de opinión, se está consagrando el fenómeno de sociedades divididas en tribus que ven y viven realidades distintas, cuando no opuestas.

Las redes favorecen la manifestación de posiciones extremas, protegidas por el anonimato y exoneradas de explicar o fundar sus posturas.

En todo esto se suma el uso de información privada y su potenciación a través de los algoritmos. Volviendo al ejemplo chileno, otros de los fenómenos que dejó perplejo a todo el mundo es que las explosiones sociales, de inusitada violencia y envolviendo miles de personas, ocurrieron de repente, sin que nadie se la viera venir.

Si las redes democratizaron algo, ciertamente que no ha sido la postura que los ciudadanos tienen que tener para que una Democracia sobreviva o, al menos, funcione razonablemente.

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