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Bipartidismo o fragmentación

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IGNACIO DE POSADAS
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Una de las características que está marcando a las democracias es la tendencia al debilitamiento de partidos tradicionales y la aparición de nuevos, generalmente vinculados a personas y con perfiles contestatarios.

Lo que lleva a una fragmentación del sistema, generando problemas para el funcionamiento de la democracia.

Así ha ocurrido en Europa y en nuestro continente, llegando al colmo en Brasil, donde la Cámara de Diputados se compone de más de veinte partidos.

Uruguay tuvo una tradición de bipartidismo, custodiada por los partidos tradicionales. Durante mucho tiempo, la herramienta fue la exigencia del “lema permanente”, para poder acumular votos, obstáculo que recién pudo contornarse en 1971, cuando se forma el Frente Amplio y vota bajo el lema Democracia Cristiana.

Pero aun a partir de ahí, el sistema ha tenido una propensión contraria a la fragmentación. Luis Eduardo González sostenía que “la legislación electoral… tiende a sostener un sistema bipartidista por el efecto conjunto de: a) el sistema de lista cerrada (el elector debe votar la lista confeccionada por el partido, sin posibilidad de corregirla) y b) la regla de mayoría simple para la elección presidencial” (en una sola vuelta ganaba la presidencia el candidato más votado dentro del lema más votado).

Así era hasta 1996: Lacalle Herrera (p) planteó la necesidad de ir a un sistema de elecciones internas y candidatos únicos por partido, como forma de fortalecerlos y de dar mayor respaldo a quien resultara electo presidente.

Tras cartón, el Partido Colorado exigió que la reforma incluyera una segunda vuelta para la elección presidencial. El argumento “oficial” era que así se fortalecía aún más la posición de quien ganara la presidencia, al contar con el respaldo mayoritario del electorado. Pero existía otro motivo: con el sistema entonces vigente, el elector tenía un atractivo muy fuerte para votar a ganador en la única vuelta, lo que perjudicaba a los partidos que no tuvieran chance. En buen romance, estando en el gobierno y temiendo que en las siguientes elecciones operara el “voto castigo”, el Dr. Sanguinetti temía que el P. Colorado quedara apretado por los otros dos. Así nació el balotaje, quitando uno de los factores que, según González, favorecían el bipartidismo.

A partir de ahí hemos tenido cinco elecciones, que nos permiten discernir algunos fenómenos y tendencias:

1. Si bien han aparecido nuevos partidos, su vida ha sido acotada.

El primero fue el Nuevo Espacio, que se escinde del Frente en 1989, queda reducido a la mínima expresión en 1994, y acaba, una parte en el P. Colorado y la otra retornando al FA en el 2004.

Por discrepar con ese retorno, nace el Partido Independiente, que si bien continúa existiendo, le queda apenas un diputado.

Y el tercer caso fue el del Partido de la Gente, cuya tumultuosa gestación produjo un solo diputado, que no se sabe a quién responde.

Cabe entonces concluir que la experiencia de estos partidos no ha sido exitosa. Creo que influye para esto el hecho de que la mayoría de los electores no ha internalizado el sistema de las dos vueltas como un mecanismo que le permite votar parlamento en la primera y recién en la segunda, presidente. Siguen votando en la primera vuelta como si fuera la única.

2. Los dos partidos fundacionales han mostrado evoluciones muy dispares. Mientras que el P. Nacional ha dado pruebas de renovación y se ha consolidado, el Colorado no consigue detener un proceso de caída y sus esfuerzos de renovación fracasaron.

¿Qué pasó en la última elección?

1. Confirmación de las posiciones mayoritarias por parte del FA y el PN. 2.- Crisis en el P. Colorado. 3.- También, aunque por razones distintas, en el P. Independiente. 4.- Aparición de un nuevo partido, que esta vez no nace de una escisión sino de una reacción frente al sistema político: Cabildo Abierto.

¿Qué vemos hacia adelante?

1. Un Partido Colorado muy debilitado, sin un contenido distinto que sirva como atractivo y sin un liderazgo que compense ese factor.

2 . Un Frente que está sólido en cuanto a votos, pero viviendo fenómenos nuevos:

Fin de la era Vázquez-Mujica-Astori. Probable desaparición de Asamblea Uruguay, la Vertiente Artiguista y el grupo de Michelini. Reducción del espacio “moderado”. Incógnitas sobre el futuro del MPP. Posible polarización entre el MPP y el Partido Comunista.

3. Un Partido Nacional bien plantado, con dos incógnitas: el grado de desgaste que pueda ocasionarle el gobierno y la aparición de nuevos liderazgos.

4. Un partido nuevo, Cabildo Abierto, que votó muy bien, explotando la veta de ser outsider.

¿Cuáles son las incógnitas? A) Si el P. Colorado sobrevivirá. B) Si el Frente procesará sus nuevos equilibrios (o desequilibrios) internos, sin desgajamientos. C) Si el P. Independiente consigue hacerse atractivo y relevante. D) Si Cabildo consigue consolidarse y madurar en su composición y su ideología, para convertirse en algo más que el refugio de votantes desafectos con el sistema. Su mala votación en las departamentales no es algo concluyente, pero sí una señal negativa. E) Si la mayoría del electorado continuará votando como si no hubiera segunda vuelta.

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