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La gran pregunta

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Rodolfo Sienra Roosen

Hacia dónde vamos? ¿Hacia dónde nos llevaría otro gobierno de izquierda o un gobierno liberal? ¿Qué país queremos? Esa es la gran pregunta. En un mundo que cambia a velocidad de vértigo, nuestra decisión comprometerá a varias generaciones. Vaya responsabilidad la que carga sobre nuestras espaldas.

Y la decisión, la tenemos que tomar, no tirándonos estiércol sobre el pasado de hombres y gobiernos, sino pisando la tierra, viviendo el presente, oteando el futuro.

En Paraguay, por ejemplo, nadie sabe adónde van, y eso preocupa. Alfred Neufel, citado por ABC Color el 16 de julio pasado, no ve clara la conducción de Lugo. Sí advierte, como lo advertimos todos, que en el continente con Hugo Chávez a la cabeza se está perfilando una corriente denominada "Socialismo Siglo XXI", agregando que el centralismo estatal y dictatorial ahuyentará a los inversores. Cuando Lacalle previno al inversor sobre la necesidad de esperar, no le estaba descubriendo la pólvora por cierto, porque el candidato presidencial frenteamplista tiene evidentes afinidades con ese socialismo, con Chávez, con Evo, con Correa y con los Kirchner, que ideológicamente son una salsa de cuatro quesos pero cuyo gobierno depende mucho del venezolano. Y a Lacalle le dijeron de todo por advertir que la gente haga lo que mi nieto Rodrigo haría solo, por intuición con las monedas de su chanchita. Esperar, nada más.

Se puede hacer un paralelismo entre el comunismo de los años 30 en la URSS con el socialismo Siglo XXI. Aquel socialismo pragmático o comunismo presentado bajo la forma de lucha de clases, generó hambruna y ejecutó a cuarenta millones de personas. Para Neufeld si fuera cierto que Lugo piensa implantar un esquema marxista sería lamentable. Al candidato frentista la idea ha de seducirlo. La obsesión de este socialismo es perpetuarse en el poder.

La indefinición, el temor a la lucha de clases, a la confrontación, la siente también la oposición venezolana. Son estas las ideas de nuestros sindicatos.

Pilar Rahola, una catalana izquierdista, pero anticastrista y antichavista -o sea una izquierdista inteligente- entrevistada el 19 de julio por La Gaceta Literaria, decía que el Dr. Sanguinetti, para quien la izquierda en general no es democrática, tiene razón porque ninguna ideología escapa a los procesos autoritarios, sea de derecha o de izquierda, y que el ideal es no entrar en los terrenos de dogmas de fe. Y bien, ninguno de nuestros partidos tradicionales ha caído en ese error, mientras que la izquierda, y especialmente tupamaros y comunistas -estos de origen estalinista- es dogmática, lo que la convierte en perversa y reaccionaria. Así, en nombre de la justicia social y de la libertad se aclama a quienes atentan contra esos ideales. Es el caso de Chávez -que utiliza la democracia para destruirla desmantelando sus instituciones y tiene un proyecto imperial con sus aliados de Corea del Norte e Irán- y los "chavitos" argentinos. Chávez ha construido la pista de aterrizaje para Irán en Latinoamérica, y esa penetración iraní es muy preocupante.

Ahora, con los ejemplos sobre confraternidad ideológica que conocemos, pensemos un instante. ¿Tenemos idea de adónde puede llevar al país el tupamaro en la Presidencia?

¿Y seguimos dudando a quién votar ?

Si atendemos al mundo que nos rodea, plantearse la duda de a quién votar no tiene sentido. Hay que pisar la tierra.

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