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HERNÁN SORHUET GELÓS
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Desde hace varios años la empresa de transporte fluvial de pasajeros que une las capitales del Plata propone trasladar su terminal fuera del puerto de Montevideo, contando con el visto bueno de las autoridades portuarias.

En su momento se propuso la instalación en el Dique Mauá (Monumento Histórico Nacional construido en 1872) ubicado muy próximo al puerto capitalino. También se habló de relocalizarla en Capurro, con el fin de liberar el muelle de uso actual, enclavado en el corazón a la zona portuaria. De esa forma se separaría convenientemente la logística de pasajeros de la de carga. Mientras tanto, y siempre durante la anterior administración, se impulsó la construcción de un puerto deportivo en Punta Carretas con el fin de promover las actividades náuticas y turísticas en la costa montevideana, pero tomando todas las precauciones para que las obras -y su posterior operativa- no transformasen sustancialmente la zona, añadiendo impactos negativos.

Los puertos de veleros y pequeñas embarcaciones deportivas siempre han compatibilizado bien con la belleza y la armonía costera citadina, por lo cual esta iniciativa no tiene reparos en ese sentido.

Por diversas razones las propuestas de Capurro y Mauá no prosperaron, surgiendo la posibilidad de trasladar la terminal al puertito de Punta Carretas. Según el ministro de Transporte y Obras Públicas, Luis Alberto Heber, desde su cartera se ve con muy buenos ojos esta posibilidad porque la nueva terminal deportiva “casi no tiene retorno económico” por falta de demanda de amarras. Cuenta además con la aprobación de Buquebus.

Sin entrar en detalladas evaluaciones técnicas que no nos corresponden, ni en consideraciones de naturaleza económica, lo primero que hay que decir es que salta a la vista que tal relocalización, de una terminal que operará con buques de gran porte, con intenso flujo de pasajeros y vehicular en las horas pico de funcionamiento, parece incompatible con esa zona residencial montevideana.

La intensa operativa comercial que caracteriza a Buquebus en tiempos sin emergencia sanitaria, demanda superficies, servicios y una disponibilidad vial (circulación y estacionamiento) de importantes proporciones, que no parecen apropiadas para la zona de Punta Carretas. El ordenamiento territorial vigente del departamento seguramente así lo deberá señalar. Por su parte, suponemos que el Ministerio de Ambiente, llegado el momento, planteará sus objeciones técnicas para esta propuesta, al considerarse todas las variables en juego y no solo las referidas a la rentabilidad económica del puerto deportivo de Punta Carretas.

Desde el punto de vista paisajístico existe una enorme diferencia en incorporar una marina de veleros de uso recreativo según que se integre armoniosamente al entorno costero de esa barriada, que una terminal de grandes buques de pasajeros (uso comercial a gran escala) con todos los servicios que demanda.

Si en la faja costera montevideana está prácticamente prohibida cualquier actividad comercial que pueda afectar el derecho al disfrute de la misma por parte de las personas, ¿cómo se justificaría la construcción en ese sitio de una terminal de pasajeros? Habría que desestimar esta ubicación.

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