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Es tiempo del mar

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HERNÁN SORHUET GELÓS
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Abruman las comprobaciones de que el camino indicado para alcanzar un desarrollo sostenible, pasa por la generación del conocimiento aplicado. Lo vemos en la salud, en la producción y hasta en la generación de empleos.

En ese sentido no hay excusas para seguir mirando hacia el costado en materia de mejorar significativamente la gestión de nuestro enorme territorio marino (mayor que el terrestre).

El conocimiento actual es contundente: tenemos una enorme dependencia del mundo acuático, no solo por ser el ecosistema por lejos más grande del planeta, sino también por su directa incidencia sobre el cambio climático, la generación de oxígeno atmosférico, la producción de alimentos, etc.

Disponemos de 670 kilómetros de costas, así como una jurisdicción total de las 200 millas de la costa del mar, a lo que se agregaron 150 millas más de jurisdicción pero solo del fondo marino. Implica un potencial enorme para el país de gestionar esos inmensos recursos de manera inteligente y conveniente.

Pero tenemos un grave problema: hace 36 años eliminamos arbitrariamente la carrera de grado de Licenciado en Oceanografía. ¿Por qué? Porque al tiempo de recuperarse la democracia, a los responsables de la educación terciaria del momento, no se les ocurrió mejor idea que eliminarla, porque era un producto de la dictadura -había sido creada en 1978. Tan grosero yerro aún no se ha corregido.

El país carece de nuevos profesionales formados en las ciencias del mar, esenciales para profundizar en investigación y gestión. Ello significa que los oceanógrafos con que contamos son los que van quedado de aquellas generaciones egresadas de la vieja Facultad de Humanidades y Ciencias. Por esa razón todos estos años no han tenido a colegas jóvenes a quienes capacitar y transferir sus conocimientos y experiencias. Significa que nuestro país continúa hipotecando una parte importante de su futuro por pésimas decisiones tomadas en el pasado. Es hora de enmendarlas.

Necesitamos que se rehabilite la Licenciatura en Oceanografía totalmente aggiornada a las complejidades de nuestro tiempo, para disponer de profesionales con una visión integral del complejo mundo marino, que permita sacarle el mayor provecho a las riquezas y potencialidades del país; pero, también, que estos expertos cuenten con las habilidades necesarias para incidir en las políticas públicas. Recién cuando recorramos ese camino seremos capaces de ejercer la plena soberanía sobre nuestro enorme mar territorial.

Estamos hablando de impulsar el mejor desarrollo posible en el momento preciso. La conservación de los océanos se transformó en una prioridad mundial porque de ello depende, en buena medida, el futuro de los pueblos.

Nuestro país debe moverse con prontitud e inteligencia. La buena noticia es que, dada la urgencia planetaria imperante en materia de la conservación de los mares, hay muchos fondos disponibles (no reembolsables) a los cuales recurrir, para reactivar la oceanografía profesional en nuestro país, y poner en marcha una política de estado acorde a estos tiempos, sustentada en el conocimiento científico y técnico. Las autoridades, el Parlamento, las instituciones académicas y el sector privado tienen una gran responsabilidad en ese sentido.

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